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Examínate a ti mismo.


“Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?” (2 Cor. 13:5)

Hoy en día esto es difícil de escuchar, ¿Cuántas veces has escuchado una predicación con un llamado a “examinarnos a nosotros si estamos en la fe”? Creo muy importante notar algo… ¿Cuántas veces vemos a jóvenes “alabando a Dios” pero sus vidas demuestran todo lo contrario? No estoy criticando a nadie te ruego no me mal interpretes, solo quiero expresar lo que hay ahora en mi corazón y que hoy esta afligiendo mi alma bastante y siento decir esto como una necesidad en todos nosotros. Si somos sinceros amigo, la verdad es que no puedes, ni tampoco yo, negar la verdad de las Escrituras, por más que intentemos convencernos de lo contrario, la Palabra de Dios es clara y directa, el texto dice así: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17) Fíjate amigo mío, amiga mía, el texto no dice: “…esta próximo a ser una nueva criatura”, tampoco dice “…puede ser una nueva criatura” ni tampoco “…se esfuerza por ser diferente”. El texto es claro y directo: ¡Si alguno está en Cristo, nueva criatura ES! Y Dios no se contradice. No es posible que aquél que verdaderamente está en Cristo no haya nacido de nuevo; no es posible que no sea una nueva criatura; no hay ninguna exclusión en la afirmación de 2 Cor. 5:17, ni tampoco la encontrarás en la Biblia.

Amigo mío, es sumamente importante que cuando no estemos seguros de nuestra salvación (aún cuando creemos que lo estamos) aceptar con humildad y especial atención este mandamiento; la exhortación del Apóstol Pablo bajo inspiración del Espíritu Santo a “examinarnos a nosotros mismos” por el bien de nuestras almas. No estoy hablando de recompensas eternas, no estoy hablando de tener tu mejor vida ahora, ¡estoy hablando de tu destino eterno!, ¿Dónde realmente pasarás tu eternidad?... Que mejor que estar seguros bajo el testimonio de la misma Palabra de Dios ¿No crees?, creo firmemente en la seguridad de salvación de los hijos de Dios y también se que Dios testifica al corazón de los creyentes, de que son sus hijos (Rom. 8:16)… pero, no podemos dejar a un lado examinarnos a nosotros mismos, es de sabios y valientes hacerlo… ¿No te da miedo pensar que posiblemente no seas salvo? Vuelvo a repetirte, ¡estoy hablando de tu destino eterno!, ¡Muerte eterna en el infierno donde será el lloro y crujir de dientes, o Vida eterna a lado del Señor!, no quiero jugar con esto, sabes que no es un juego tu destino eterno, ve lo que dice la Biblia, no atiendas a mis palabras de hombre, atiende a lo que dice la Palabra de Dios, te ruego en nombre de Cristo:

“Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún en la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado” (Hebreos 4:1)

Quiero que sepas que lo que vas a leer no lo escribí según mi opinión, si por mi fuera a mi me gustaría pensar que todos los cristianos son salvos, pero no puedo negar la Palabra, si tú crees que este estudio no es un estudio fiel te invito a “Examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Tes. 5:21). Ora y pregúntale a Dios si lo que vas a leer es verdad, ve a la Palabra y confirma lo que te digo te lo suplico amigo no desperdicies esta oportunidad, quizás te des cuenta de la verdad que no has querido ver, ruego al Señor que así sea y no sea demasiado tarde para ti después. Si te importa tu eternidad, te invito a que lo leas completo, júzgalo con libertad cuando termines de leerlo todo. Dios me juzgue si lo que te escribo no es verdad, estoy totalmente consciente que los falsos maestros recibirán mayor condenación, para mi, hablar de la Palaba de Dios es cosa muy seria y esto es lo que siento en mi corazón el compartirte, lo que escribí lo he hecho con temor, temblor y en oración, sabiendo que no puedo quitar ni añadir más de lo que está escrito.
Quiero aclararte algo en cuanto a la salvación, según la Palabra de Dios, el verdadero llamado para la salvación en la Biblia es: “Arrepiéntete y cree el Evangelio” tal y como lo hizo Jesús al comenzar su ministerio (Marcos 1:14-15). Tenemos que ir a la Palabra de Dios, no podemos quedarnos solo con lo que nos enseñan, tenemos que examinar nuestra vida a la luz de la Palabra para ver si de verdad estamos en la verdadera fe o nos estamos engañando a nosotros mismos. Amigo amado, no es bíblico decir que si una persona hace una oración de fe para dejar entrar a Cristo en el corazón, él definitivamente entrará, tampoco puedo encontrar a alguien en la Biblia que haya guiado a una persona a orar para recibir a Cristo (decir que si existe, es añadir más a lo que ya esta escrito), lo que tenemos que saber es que la salvación del hombre es a través de 2 cosas, del arrepentimiento genuino al apartarse del pecado, y de fe verdadera en el Evangelio de nuestro Señor Jesús; quien murió en la cruz por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras para nuestra redención. (1 Corintios 15:1-4)

Para mi, el mejor test para examinarnos en la Palabra de Dios es sin duda la epístola de 1 Juan, la cual al leerla, muchos (incluyéndome a mi) han sido exhortados sobre su salvación al examinar sus vidas a las verdades declaradas en ese maravilloso libro ya que es muy directo en cuanto a quienes tienen a Dios y quienes NO lo tienen, es vital que me sigas con especial atención en este estudio leyendo cada uno de los versículos que pondré a lo largo del escrito, por lo que te pido que estés en un lugar tranquilo y lejos de distracciones, orando a Dios para que él hable a tu corazón.

1) El verdadero creyente guarda los mandamientos de Dios

“Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él”
(1 Juan 2:3-4) (También 1 Juan 3:24)

La prueba de que una persona ha experimentado verdaderamente el conocimiento de Dios y el amor de Dios es que obedecerá sus mandamientos, el amor a Dios nos lleva a obrar por la gracia de Dios, aquél que se dice cristiano y que incluso admite con sus palabras que “conoce a Dios” en realidad no le conoce si no tiene el deseo de obedecerle. Conocer a Dios es experimentar su amor en Cristo, y devolver ese amor en obediencia. (Juan 14:15 y Juan 14:21)
Cuando uno nace de nuevo, esa persona experimenta un cambio radical en su vida, Dios le quita el duro corazón de piedra y le da un corazón de carne, hay un cambio de mente; lo que la Biblia llama arrepentimiento. El nuevo nacimiento es un cambio donde nos identificamos con Cristo en su muerte, sepultura y resurrección; nuestra antigua naturaleza muere, y es sepultada para muerte, y así como Cristo resucitó de los muertos, nosotros andamos en nueva vida. (Romanos 6:3-6) Junto con esta nueva naturaleza viene un cambio real donde Dios te hace amar las cosas que antes odiabas, en el buen ejemplo de 1 Juan 2:3, el te hace amarlo a él, a su Palabra y sus mandamientos.

“Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.” (Ezequiel 36:26-27)

Dios primero te pone un corazón nuevo para después ponerte su Espíritu el cual te hará andar en obediencia a Dios. Esto no es una opción para el hijo de Dios, es un hecho, de Dios es la obra en nuestras vidas, no tiene nada que ver contigo, lee otra vez el versículo y mira… ¿Quién te dará ese nuevo corazón? ¿Quien es quién te hará guardar sus preceptos y ponerlos por obra? ¡Oh mira cuan maravilloso y date cuenta!, éramos esclavos de corrupción, pasamos a una libertad en cuanto al yugo de nuestros pecados (¿sigues tú bajo el yugo de tu propia maldad?), pero los hijos en realidad pasamos de esclavitud a esclavitud, siendo ahora esclavos del amor de Cristo por amor de su nombre, en lo cual nos gozamos hasta la eternidad. Aquellos que no somos esclavos, sino libres en el sentido social, somos convertidos en sentido espiritual en esclavos de nuestro amado Cristo al ser salvos. (1 Cor. 7:12 y Rom. 6:22)

Aquel que verdaderamente ama y conoce a Dios, amará también sus mandamientos (Salmo 119:97) aquél que no guarda los mandamientos de Dios y desprecia el cetro del Señor, en realidad no ama a Dios.

2) El verdadero creyente reconoce sus pecados.

“Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.”
(1 Juan 1:8) (También, 1 Juan 1:10)

Aunque no lo creas, he escuchado a mucha gente decirme que no han mentido, aún los cristianos no conocen la gravedad de sus pecados, algunos no entienden aún que enojarse contra su prójimo, o llamarlo necio (como palabra de burla que venga del orgullo), o decirle tonto (Fatuo); toda ira precipitada contra el prójimo es homicidio de corazón frente a los ojos de Dios (Mateo 5:21-22 y 1 Juan 3:15). Cristo les enseñaba a los maestros judíos que por más que pensaran en la ligereza de estas faltas, ellos serían llamados a juicio eterno por ellas. También Jesús les enseño que mirar a una mujer para codiciarla es adulterio (Mat 5:27-28). Lo que debes de entender amigo mío es que ¡Dios es Santo! y Él no es neutral con tu pecado, Amigo te suplico, ¡examina tu vida!, tú no solo has pecado, sino que eres un total transgresor, eres un pecador que ha tragado su propio pecado como agua.

“He aquí, en sus santos no confía, Y ni aún los cielos son limpios delante de sus ojos; ¿Cuánto menos el hombre abominable y vil, que bebe la iniquidad como agua?” (Job 15:15-16)

Si eres de verdad un cristiano verdadero, debes de aceptar con dolor esto. Con lo que Jesús ha enseñado acerca del significado completo de la ley, no solo la has violado en hechos sino también mediante tus pensamientos, y frente a Dios no puede estar oculto tu corazón y todas tus perversiones (Génesis 6:5), te lo digo con el corazón como un hombre corrupto a hombre corrupto.

Muchas personas hoy no pueden ver cuan pecaminoso es el pecado, aún muchos cristianos no entienden cuan pecadores son, me preocupa mucho escuchar personas que se dicen cristianos que realmente creen que son buenos, creen que en su vida han hecho las cosas bien, me duele en el corazón que el hombre no se sienta como lo que verdaderamente es (Satanás ha hecho un buen trabajo en cuanto a esto), me duele que el hombre por esto mismo de no considerarse un horrible pecador, también le tome muy poca importancia a la cruz de Cristo Jesús, hay mucha luz en sus vidas y la estrella de Cristo no puede resplandecer en medio de toda esa luz, en verdad no pueden ver la gloria de Cristo, y no le aman, aman más sus caminos y deleites que a Dios, aún sus amigos están en primer lugar, podrían vivir sin Cristo pero no sin sus amigos, no pueden ver lo precioso de la cruz de Cristo porque no han pintado sus vidas como son; de color negro inmundo. Ellos no aceptan, no pueden ver la naturaleza pecaminosa de sus miserables vidas, oh me duele mi corazón, cuan miserable he sido yo y cuan precioso es mi Señor que murió por alguien como yo.

Si una persona no admite que es un pecador, la salvación nunca será una realidad en su vida, tal vez podrá entender todo el Evangelio, sin embargo nunca podrá vivir la gloria que experimenta uno en Cristo cuando le son abiertos los ojos. Pregunto, ¿Cómo te sientes ahora? ¿Te ha dolido tu pecado? ¿Te esta doliendo ahora? Ruego a Dios que te este abriendo los ojos.
Recordemos al joven rico en la Escritura, en Mateo 19:16-22. Este joven se justificó ante Jesús al decirle el Señor que guardara los mandamientos para entrar en la vida, diciendo: “Todo esto lo he hecho desde mi juventud” Te suplico que te examines ante este pasaje, ¿No estás diciendo tú lo mismo? Amigo, amiga mía, ¿Enserio crees que ser cristiano de toda tu vida te salvará? Jesús no le mando a obedecer los mandamientos para ganarse la vida eterna, ¿Te has puesto a pensar porque Jesús respondió con esto? Seguro que si una persona llegara conmigo y me dijera “¿Amigo, que debo hacer para heredar la vida eterna?” y yo le contestara “Obedece los mandamientos” muchos me dirían que soy un legalista; que creo en la salvación por obras. Es claro que Jesús sabe más que nadie que ninguno de nosotros puede alcanzar la salvación a través de las obras de la ley, el punto es que Jesús conocía el corazón del joven, y él sabía que este hombre no los había cumplido; que era culpable de quebrantarlos todos (Santiago 2:10), el Señor le cita los mandamientos para que se diera cuenta él mismo de que no era bueno en lo absoluto, es por eso que en Mateo 19:17 antes de mandarle a obedecer los mandamientos primero lo corrige en su concepto de bueno diciendo: “¿Porque me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino solo uno: Dios”. Espero amigo, que si creías que eras bueno hayas quitado ese erróneo concepto por el bien de tu alma.

3) Un verdadero cristiano andará en luz, no en tinieblas.

“Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.”
(1 Juan 1:6-7)

El que se dice a sí mismo cristiano y anda en tinieblas (falsedad y pecado), muestra una gran prueba de que verdaderamente no es salvo, esa persona es mentirosa respecto a su relación con el Señor y no pondrá en práctica la verdad de la Palabra, las fallas habituales vendrán a nuestras vidas si andamos en esa condición, porque sin ser redimido aún, serás esclavo de tu propio pecado. (Juan 8:34-36) ¡Dios no puede mantener una comunión santa con un alma impía! No hay verdad en la confesión de ellas; su falta de práctica demuestra su necedad y falsedad. Amigo mío, el cristiano verdadero tiene la necesidad de un andar santo, como efecto y prueba de haber conocido realmente al Señor. La obra en el verdadero hijo de Dios, ¡es de Dios!, él te hará poner sus estatutos por obra y guardar sus preceptos, aclaro de nuevo que no estoy hablando del orgullo de salvación por obras, sino de las obras como consecuencia y prueba de la verdadera fe salvadora; porque bien enseña la Palabra de Dios que la fe, sin obras, es muerta en si misma (Santiago 2:20-26).

Un cristiano genuino tiene por hábito andar en luz (verdad y santidad), no en tinieblas. La manera de andar de un verdadero cristiano también resulta en una limpieza continua de sus pecados. Puesto que quienes andan en luz participan del carácter de Dios, ellos llegan a caracterizarse por su santidad (3 Juan 11). Amigo mío, hazte a ti mismo estas preguntas: ¿Estas creciendo en santidad? ¿Dios te sigue mostrando lo que hay mal en tu vida y lo has desechado? (Col. 1:12). Si vives realmente en luz, Dios te mostrará los pecados que aún te son ocultos, y tu limpieza de todo pecado será continua como dice el texto (1 Juan 1:9). Todo aquel que anda cerca de Dios sabrá que sus mejores días y sus mejores deberes aún, están contaminados con su pecado. Dios nos habla acerca de nuestra pecaminosidad y de la necesidad de confesar nuestras faltas a Él, es algo que el verdadero creyente hace no simplemente por hacerlo, sino porque siente en el corazón el hacerlo. Se nos llama a los hijos de Dios a confesar nuestros pecados e ir a través de la fe ante la sangre limpiadora del Sacrificio de Señor. Amigo, te suplico, declárate como yo culpable ante el Señor, humíllate ante Él ahora amigo (Santiago 4:6, Sal. 51:17), ve ante su trono y confiesa tu maldad, confiesa honestamente todos tus pecados en su plena magnitud, confía solamente en su misericordia y verdad por medio de la justicia de Cristo, para un perdón libre y completo, y por tu liberación de la maldición de la práctica del pecado, disponte humildemente y verdaderamente a conocer lo peor de tu caso, ¡Pídele a Dios que te muestre tu maldad como es! Confiando solamente en su misericordia y en la cruz para tu limpieza, sabiendo que tú no puedes hacer nada para cambiar en tus propias fuerzas (Jeremías 13:23).

“Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aún se nombre entre vosotros, como conviene a los santos; ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis pues partícipes con ellos. Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz” (Efe. 5:3-8)


4) El cristiano verdadero ama a los hermanos

“El que dice que está en luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo. Pero el que aborrece a su hermano está todavía en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos”
(1 Juan 2:9-11)

Déjame preguntarte algo, ¿Dices que eres cristiano, pero tienes rencor contra alguien?, ¿aborreces como algo habitual?, ¿tienes pensamientos de odio equivocados contra algunas personas? O ¿Tienes un estilo de vida lleno de rencor? Oh amigo que el Señor abra tus ojos, si es así ¡tú no eres cristiano! Los que profesan ser cristianos pero que se caracterizan por el odio demuestran con eso que ellos nunca han nacido de nuevo. Solo existen dos clases de hijos en este mundo, los hijos de Dios y los hijos de Satanás, la Biblia enseña que TODO AQUEL que no ama a su hermano y hace justicia NO es hijo de Dios, sino hijo del diablo (1 Juan 3:10) y nadie puede pertenecer de forma simultánea a ambas familias, no podemos ser tibios porque Dios nos vomita de su boca (Apoc. 3:16). Le ruego al Señor que te muestre la verdad, ¡fieles son las heridas del que ama! Cada ser humano o bien pertenece a la familia de Dios y exhibe su carácter justo y recto, o pertenece a la familia de Satanás y exhibe su naturaleza pecaminosa, ¡no hay más!
Los falsos cristianos manifestarán su falta de amor hacia los creyentes verdaderos (hermanos) y más aún cuando estos les amonesten en amor por sus pecados, los cual no pueden tolerar y tachan a aquel como “falto de amor”, como legalista, como un causante de división en la iglesia. ¿No sabes que un poco de levadura lauda toda la masa? (1 Cor. 5:6) Espero en Dios que tú no hagas esto porque aún si alguien nos amonesta injustamente DEBEMOS presentar la causa siempre ante el Señor, teniendo una actitud perdonadora, de verdad que es una vergüenza para Cristo y su Palabra que cristianos tengan pleitos vanos entre ellos. ¿Por qué no mas bien, sufrimos el agravio? (1 Cor. 6:7), porque esto ultimo es agradable ante los ojos del Señor.
Para los que de verdad han nacido de nuevo, el amor es una característica indispensable. La nueva naturaleza que el Padre celestial les imparte no solo exhibe su santidad, sino también amor como una característica habitual. (Juan 13:35 y 1 Tes. 4:9). Los que practican el amor dan prueba fehaciente del nuevo nacimiento, y los que no lo tienen simplemente jamás han nacido de nuevo y sin nacer de nuevo no podrán entrar en el reino de Dios (Juan 3:5). ¡Oh amigo, amiga! Por el bien de tu alma, escucha estas palabras deja de caminar en la cuerda floja sobre aquel lago de fuego no sabes cuando podrías tropezar y caer para estar allí toda tu eternidad, examina tu corazón ante esta verdad, recuerda que Dios mira el corazón, él no mira lo que mira el hombre y tú eres el que sabe muy bien si lo que hay en tu corazón es amor o rencor, no tienes excusa delante de Dios ¿tu conciencia te acusa? Si estás caminando en el camino ancho que lleva a la perdición por el bien de tu alma te suplico que te arrepientas.

“En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.” (1 Juan 3:10)

5) El verdadero cristiano no ama las cosas de este mundo

“No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en el. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.”
(1 Juan 2:15-17)

Recuerdo muy bien como antes de convertirme al Señor, yo amaba ir a los antros, me encantaba ir a tomar un rato y “pasarla bien” y vaya que en mis pecados la pasaba muy bien, deleitándome en mi maldad, sin embargo, cuando el Señor en su misericordia y gracia me salvó yo ya no podía volver a esos lugares, empecé realmente a experimentar un completo vacío y asco por esos lugares. Dios definitivamente de esta manera es como cambia la vida de un hijo suyo, en verdad que empecé por la pura gracia de Dios a aborrecer las cosas de este mundo, poco a poco Dios te hace ver con mas asco tu pecado hasta el punto en que aborrecerás tu propia vida por los pecados que aún moran en ti (Juan 12:25) ¡No estoy exagerando! ¡No es algo que estoy inventando!, ¡es lo que realmente enseña la Biblia y lo que han experimentado los verdaderos cristianos! Un cristiano genuino tendrá dolor por su pecado cuando el Espíritu Santo realmente obre en su corazón. ¿Alguna vez te has sentido un miserable como el apóstol Pablo por causa de tus pecados? (Romanos 7:24-25) Si no, aún Dios no te ha mostrado la gravedad del asunto, ¡clama al Creador! Pídele a Dios que lo muestre a tu duro corazón para que puedas ver.
El que ama su propia vida está movido por dos motivos: el egoísmo y el deseo de seguridad. No una ni dos, sino muchas veces insistió Jesús en que el que atesora su vida en este mundo acaba por perderla, y el que la entrega es el que al final la conserva (Marcos 8:35; Mateo 16:25; Lucas 9:24; Mateo 10:39; Lucas 17:33). Amigo mío tenemos que renunciar a nosotros mismos y a nuestros deseos, dejar de amar las cosas de este mundo y mirar las cosas del Señor. Es menester que el que quiera salvar su vida se arrepienta y renuncie al mundo con sus riquezas, sus glorias, sus placeres, sus recompensas, en la persuasión preciosa de que, haciendo así, recogerá una cosecha más valiosa tanto en esta vida como en la venidera. El que tiene a la vida presente tanto apego que no puede abandonar nada en obsequio del bien de su alma, tendrá al fin amargos desengaños.

Las cosas del mundo pueden desearse y poseerse para los usos y propósitos que Dios concibió, y hay que usarlas por su gracia y para su gloria; pero los creyentes no deben buscarlas ni valorarlas para propósitos en que el pecado abusa de ellas. Las cosas del mundo se desvanecen rápidamente y mueren; el mismo deseo por el mundo desfallecerá y cesará dentro de poco tiempo, pero el santo afecto no es como la lujuria pasajera. El amor de Dios nunca desfallecerá.
Muchos vanos esfuerzos se han hecho para eludir la fuerza de este increíble pasaje con limitaciones, distinciones o excepciones (el de 1 Juan 2:15-17). Muchos han tratado de mostrar cuán lejos podemos ir estando orientados carnalmente y amando al mundo; pero no resulta fácil equivocarse respecto al significado evidente de estos versículos. A menos que esta victoria sobre el mundo empiece en el corazón, el hombre no tiene raíces en sí mismo y caerá o, en el mejor de los casos, será un profesante estéril. De todos modos, estas vanidades son tan seductoras para la corrupción de nuestros corazones, que, sin velar y orar sin cesar, no podremos escapar del mundo ni lograr la victoria sobre su dios y príncipe (Satanás). Así bien, el verdadero creyente luchará en la gracia de Dios contra sus deseos mundanos, pero no hemos de amar al mundo con genialidad y simpatía en su distanciamiento de Dios; no podemos tener esa clase de amor hacia el mundo apartado de Dios, y al mismo tiempo, tener “el amor del Padre en nosotros”. El que es nacido de Dios solo, vuelve a Dios; el que es (o viene) del mundo, vuelve al mundo: la fuente del amor a Dios y la del amor al mundo son irreconciliablemente distintas.

Si somos del mundo, en realidad el mundo nos amará también a nosotros. En sentido positivo el cristiano genuino ama a Dios y a los demás cristianos, mientras que en sentido negativo una ausencia del amor al mundo debe ser la característica habitual de los que en verdad han nacido de nuevo. Es Dios y no el mundo quien debe ocupar el primer lugar en la vida del creyente. Cada ser humano o bien es un cristiano genuino que se caracteriza por el amor y la obediencia a Dios, o un no cristiano en rebelión contra Dios, enamorado del mundo y esclavizado por el sistema mundano controlado por Satanás (Efesios 2:1-5). Como vemos, no existe terreno entre estas dos alternativas para alguien que afirme ser nacido de nuevo (Santiago 4:4).

“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” (1 Juan 5:4-5)


6) El cristiano verdadero no peca como algo habitual en su vida.

“Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo. El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no pude pecar, porque es nacido de Dios”
(1 Juan 3:6-9)

Definitivamente, este pasaje no quiere decir que el cristiano verdadero no puede pecar (1 Juan 1:8) mas bien, el pasaje alude a una conducta pecaminosa habitual y constante. El verdadero cristiano se diferencia del falso en que el verdadero puede experimentar un “sistema de alarma” en contra del pecado, el cual es el Espíritu Santo en él, si no existe esto en la vida de aquel que se dice cristiano, y no puede discernir entre lo malo y lo bueno, la salvación en la vida de esa persona no ha tenido nunca lugar. Puesto que Cristo murió en la cruz para transformar a los pecadores (no solo para salvarlos de la condenación eterna), aquellos que en verdad han nacido de nuevo han remplazado el hábito de pecar con el hábito de vivir en justicia y rectitud (Rom. 6:13-14). Lo anterior no quiere decir que el verdadero creyente no pueda caer en algún pecado como dije al principio, si cae, definitivamente vendrá un dolor por el pecado cometido y lo hará sentir miserable (Rom. 7:24) ya que el verdadero cristiano desde su hombre interior (su nueva naturaleza) se deleita en la ley de Dios, y realmente no desea perseverar en su pecado (Rom. 7:22-23). El no nacido de nuevo no sentirá esto, ya que se deleitará en sus pecados, tal vez sabiendo que hace mal, con un remordimiento de conciencia, pero sin un verdadero arrepentimiento de desear apartarse de ellos, él no sentirá ningún dolor por su pecado, ¡Ruego a Dios que no te pase eso a ti! Tú sabes la verdad, yo no puedo ver tu corazón, solo Dios y tú saben la verdad acerca de ti, si esto ultimo es tu caso, amigo, siendo sinceros, vas camino al infierno.
He visto como chavos que se dicen “cristianos” hacen burla de sus propias maldades, esto simplemente muestra que muy posiblemente no han sido regenerados, Satanás tiene engañadas sus mentes y los tiene viviendo aún como esclavos de sus pecados, creyendo que son salvos porque asisten a la iglesia, pero… Dios NO puede ser burlado (Gal. 6:7). Los hijos de Dios saben que su Señor es de ojos muy puros que no permiten que nada impío e impuro habite en Él, aún Dios dice en su palabra que él aparta su rostro para no oír a los que viven en sus iniquidades (Isa. 59:2), es por eso que Dios no te escucha. La esperanza de los hipócritas, no la de los hijos de Dios, es la que permite la satisfacción de los deseos y concupiscencias impuras. Renunciar al pecado es la gran prueba de unión espiritual con el Señor Jesús, y de la permanencia en Él y en su conocimiento salvador. Amigo, amiga, ¡Cuidado con engañarse a uno mismo! La persona regenerada no puede pecar como pecaba antes de nacer de Dios, ni como pecan otros que no son nacidos de nuevo. Existe esa luz en su mente que le muestra el mal y la malignidad del pecado. Es muy pero muy triste ver como personas que están fuera de la iglesia a veces se comportan mejor que aquellos que se dicen cristianos y están adentro, y aún ellos se creen príncipes y princesas de Dios, que Dios tenga misericordia si eres uno de ellos.


7) Conclusión, el amor como prueba de un verdadero cristiano

“Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él; pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas. Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios”
(1 Juan 3:19-21)

“Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y e que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa afuera el temor; porque el temor lleva en si castigo. De donde el que teme no ha sido perfeccionado en el amor. Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero”

(1 Juan 4:16-18)

Un estilo de vida caracterizado por el amor en acción es una prueba irrefutable de salvación. El amor cristiano no es una reacción facilona y sensiblera. Demanda todo lo que tiene una persona en energía mental y espiritual. Quiere decir, amar lo desamado, y lo desamable; quiere decir, amar cuando el amor no se devuelve, cuan fácil es para el hombre amar a los que le aman, pero solo el verdadero cristiano ama cuando no le aman. El amor del verdadero cristiano es el amor que nunca falla y al que se dirigen todos los átomos de la energía personal. Si amamos a una persona nos es fácil perdonar. No es que el amor es ciego, sino que el amor del hijo de Dios ama a los demás como una decisión, no por lo que hacen o por lo que son. Con amor, resulta fácil tener paciencia. Si amamos de verdad a nuestros semejantes, podemos aceptar sus faltas, y soportar su cortedad, y hasta su descortesía. Es verdad que el amor puede cubrir multitud de pecados (1 Pedro 4:8). El amor de Dios cubre la multitud de nuestras iniquidades, ¡eso es bendita y profundamente cierto! Es la maravilla de la gracia de Dios, que a pesar de cómo somos, perversos de corazón, Dios nos puede mostrar y ofrecer su amor, por eso Dios envió a su hijo a morir por nuestros pecados, pagando el castigo de muerte que estableció Dios en su santidad y justicia, en nuestro lugar.

Es totalmente normal que al corazón del verdadero cristiano le surjan dudas respecto a su salvación, la prueba definitiva de Juan que nos debemos hacer, es la prueba del amor. Si sentimos que brota el amor hacia nuestros semejantes, el amor del que he hablado, podemos estar seguros de que el corazón de Cristo está en nosotros. Los hombres nos pueden juzgar solamente por nuestras acciones; pero Dios nos juzgará por las aspiraciones que nunca se concretaron en acciones y por los sueños que nunca se hicieron realidad. Cuando Salomón estaba dedicando el templo, habló de lo mucho que David había querido construirle a Dios una casa, y como se le había negado aquel privilegio. “Mi padre David tuvo en su corazón edificar una casa al nombre del Señor Dios de Israel. Pero el Señor dijo a David mi padre: En cuanto a haber tenido en tu corazón el edificar una casa a Mi nombre, bien has hecho en tener tal deseo” (1 Reyes 8:17-18). Dios nos juzga por las profundas emociones del corazón; y, si hay amor en nuestro corazón en medio de las luchas de nuestra carne (aunque con el paso del tiempo habrá victorias por la gracia de Dios), entonces, por muy débil e imperfecto que sea ese amor, podremos entrar confiadamente en su presencia.

Quiero dejar claro, por último, que en el presente estudio no se está hablando de obras para alcanzar la salvación o para agradar a Dios para salvación. La salvación NO ES POR OBRAS, sino que se obtiene gratuitamente a través del genuino arrepentimiento y la fe en Cristo Jesús como el Señor y Salvador, si bien, se habla de obras, pero obras como consecuencia de haber obtenido la salvación anteriormente, cuando Dios nos quita el corazón de piedra y nos da un corazón de carne para obedecerle por gracia y no como un sacrificio para se aceptos ante él, pues ya lo somos a través de la sangre de Cristo. El verdadero cristiano hará todas estas cosas como la manifestación de amor, justicia y rectitud de su nueva naturaleza. Si tú estas pensando que te tienes que esforzar haciendo obras buenas para obtener la salvación, estás en un grave error, esfuérzate en conocer la gracia de Dios, en que él te da lo que tú NO mereces (Mat. 9:13). Dios es el que te hace caminar junto con él en justicia, rectitud y amor cuando verdaderamente te has arrepentido con convicción para alejarte de tu pecado y has creído el Evangelio con fe. La fe sin obras es muerta en si misma (Santiago 2:20-26) así que si tienes fe verdadera, tendrás frutos en tu vida de verdadero arrepentimiento (Lucas 3:7-9) y vivirás tu vida buscando y viviendo bajo la voluntad de Dios, su tú no tienes a Dios en tu vida entonces no tendrás estas cosas y amigo tienes que arrepentirte ante Dios, antes que sea demasiado tarde. ¡Por sus frutos los conoceréis! (Mat. 7:16-10).

“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”
(Jesús en Mateo 7:21)

“Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, y encaminándose a Jerusalén. Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.”
(Lucas 13:24)

“Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan.”
(Hechos 17:30)

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