Es una bomba de relojería que, si no se desactiva antes del 1 de enero y se prolonga durante meses, puede provocar un fuerte retraimiento de la economía en EE.UU. e incluso una recesión mundial
-¿Qué es el abismo fiscal?
-Es una subida generalizada de impuestos que iría
acompañada de fuertes recortes del gasto público. Medidas que entrarían
automáticamente en vigor si no se llega a un acuerdo antes del uno de
enero. Si el desacuerdo se prolonga en la primera quincena de enero se
teme alguna turbulencia en las Bolsas. Si el desacuerdo persiste durante
meses, el impacto sería mucho más grave y algunos analistas temen una
recesión.
-¿Por qué ha de resolverse antes de fin de año?
-El presidente Barack Obama y el Congreso no han sido
capaces de ponerse de acuerdo sobre el volumen de gasto público y si se
prolongan o no las reducciones fiscales que aprobó el presidente George
Bush que expiran el uno de enero de 2013. El pasado mes de agosto se
creó un comité bipartidista para alcanzar un compromiso. Y para
obligarse a llegar a un acuerdo que limite el abultado gasto público
resolvieron que, o se alcanza el compromiso antes del 1 de enero o
automáticamente entrarán en vigor fuertes recortes en el gasto público y
se eliminarán todas las reducciones fiscales de la era Bush.
-¿Por qué no se ha resuelto aún? ¿Quién tiene la culpa?
-Hay una diferencia de principios fundamental. Los
republicanos quieren una drástica reducción del gasto público que
adelgace el peso de la deuda. Pero se oponen a cualquier subida de
impuestos. Obama es partidario de una reducción más suave del gasto.
Quiere prolongar las reducciones fiscales para quienes tienen ingresos
inferiores a 250.000 dólares y eliminarlas para las rentas más altas.
Los republicanos son partidarios de mantener las reducciones para todos.
Ambas partes se han mantenido casi inamovibles en sus posiciones. El
portavoz republicano en la Cámara de Representantes, John Boehner, hizo
un intento de acercamiento, pero sus propios compañeros de filas le
desautorizaron al votar en contra de la propuesta.
-Qué pasará si no se resuelve?
-Si el uno de enero no se ha llegado a un acuerdo, se
eliminarán todas las reducciones fiscales (lo que supondrá una fuerte
subida de impuestos) y se ejecutarán fuertes recortes del gasto público
en áreas tan fundamentales como Defensa y ayudas al empleo. Se calcula
que el «abismo» tendría un impacto de 550.000 millones de dólares que
dejarían de circular por la economía norteamericana, un 3,5 por ciento
del PIB de Estados Unidos.
-¿El abismo fiscal solo afecta a EE.UU. o puede tener repercusiones en otros países?
-Todo lo que ocurra en la economía de Estados Unidos tendrá
una repercusión automática sobre la economía mundial. El «abismo
fiscal» supondrá un retraimiento de la actividad económica en Estados
Unidos que tendrá consecuencias negativas sobre el resto del mundo. En
las primeras semanas de enero puede que el impacto sea más limitado,
pero a medida que se prolongue la crisis, mayor será la amenaza sobre el
crecimiento. Si el desacuerdo se alarga durante meses, Estados Unidos
podría entrar en recesión, y todos los demás países se verían muy
negativamente afectados.
-¿Puede afectar a España de alguna manera?
-Si no hay acuerdo para resolverse el abismo fiscal, la
crisis en la eurozona pasaría a un segundo plano, pero no porque esta se
haya resuelto, sino porque ha estallado una crisis internacional más
grave. España es muy sensible a cualquier presión sobre la Bolsa. Y a
medida que transcurran los días sin acuerdo, el nerviosismo aumentará y,
con este, los movimientos convulsos sobre las Bolsas de todo el mundo.
Los países más vulnerables, como el nuestro, pueden acusar el golpe
sobre todo en las semanas de mayor incertidumbre.
-¿Es la primera vez que EE.UU. se enfrenta a esta situación?
-El año pasado ya se vivió una situación casi idéntica a la
actual, cuando la Casa Blanca y los republicanos tampoco se ponían de
acuerdo sobre el límite de la deuda pública. Al final, no llegó la
sangre al río y hubo acuerdo de última hora, casi a punto de acabar el
año, cuando ya parecía irremediable el desacuerdo. Pero este año las
diferencias entre la Casa Blanca y los republicanos son incluso mayores
que en 2011.