Mateo 5: 14-16 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
En 1 Juan 1:5, el apóstol nos dice que Dios es luz y que no hay ningunas tinieblas en Él. De manera simbólica, Juan pone en contraste la LUZ con las TINIEBLAS: la luz representa la pureza, lo santo, lo justo y lo bueno de Dios, mientras que las tinieblas representan la condición de corrupción, de depravación, de maldad, de pecado de los hombres.
¿Por qué Juan comparó a Dios con la Luz?
Analicemos las cualidades de la luz.
1.- La luz viaja siempre en línea recta. Dios es justo, su palabra es recta y Dios habla directamente, sin rodeos.
2.- La luz recorre 300 mil kilómetros por segundo, irradiando a toda velocidad todo sitio sobre el cual viaja. Cuando entra usted a su recamara por la noche y enciende la luz, toda la habitación se ilumina de inmediato. Dios por su parte es omnipresente, el no viaja como la luz, el está en cualquier lugar y lo llena todo en todo.
3.- La luz disipa totalmente las tinieblas, no puede haber luz y oscuridad a la vez. De igual manera donde está Dios el mal se aleja. En lo espiritual las tinieblas simbolizan corrupción, pecado, inmoralidad y ausencia de Dios. Su luz las disipa.
Veamos algunos versículos que nos hablan de la luz de Dios:
Juan 1:4-5
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
Juan 3:19
Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
De lo anterior se entiende que al encenderse la luz del evangelio algunos huyen de ella; no quieren escuchar ni recibir nada de Dios, se han habituado a vivir lejos de Él, aman la oscuridad y la inmundicia. Esta es una reacción natural de los incrédulos que se obstinan en permanecer en sus transgresiones. Sin embargo siempre habrá hombres y mujeres dispuestos a recibir la luz del evangelio.
Juan 8:12
Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
Cada uno, como discípulo de Dios, necesita conocer Su Voluntad manifiesta en el Evangelio, que es luz que alumbra nuestro camino, pues aunque estamos en el mundo no somos del mundo. Como habitamos en medio de las tinieblas, necesitamos que la Luz de su Palabra nos ilumine.
Juan 9:5 Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo.
Jesús es consciente de su papel: es luz del mundo: Mas, sabedor de que un día tendría que marcharse, nos deja esa responsabilidad.
Juan 12:46 Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas.
Si alguien dice que cree en Jesús, está en la luz. Pero si dice que cree y aborrece a su hermano anda en tinieblas.
Dios es luz, Jesús es la luz del mundo y su palabra también es luz del mundo.
Salmo 119:105 Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.
Proverbios 6:23 Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones que te instruyen.
4.- La luz participa en un fenómeno físico llamado reflexión, en el cual cada rayo rebota sobre superficies pulidas como un espejo. Si usted despierta en medio de la oscuridad y se planta frente al espejo no verá absolutamente nada, pero si enciende la luz ya podrá observarse en el espejo. Eso ocurre gracias a la acción de la luz, no a la acción del espejo. Asimismo la luz del evangelio es la que nos hace ver la condición en la que nos encontramos, de ahí la importancia de ser iluminado con la luz del evangelio y no con sabiduría o con teorías humanas.
5.- Otro fenómeno asociado a la luz es la refracción, el cual ocurre cuando la luz atraviesa el agua, mas no en línea recta, sino de forma dispersa, lo cual se debe a que en el medio acuoso la luz disminuye su velocidad. La aplicación espiritual es muy similar: la palabra de Dios, que es luz, entra por nuestros oídos y se refracta hacia nuestro corazón, a la mente, a la conciencia y a todo nuestro ser.
Hebreos 4:12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
De ahí la importancia de hablar de Cristo, de la verdadera luz del evangelio a toda persona, lo cual ilumina el entendimiento. De hecho ahora mismo, al leer estas líneas, ninguno se escapa de recibir Su Luz.
Nuestros ojos son la lámpara a nuestro cuerpo.
Mateo 6:22-23 La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?
Jesús dice que la lámpara del cuerpo es el ojo, pero no nos habla del órgano que hace posible la visión, sino de un ojo espiritual. El globo ocular no ilumina el cuerpo, es obvio, sólo entendiendo estas palabras en el ámbito espiritual comprendemos su significado. La palabra “bueno” se tradujo de una palabra griega que significa ver en una sola dirección, ante lo cual cabe preguntarnos ¿cuál es la dirección hacia la cual, en lo espiritual, nuestros ojos deben de ver? La Biblia dice que debemos poner nuestros ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe; sin embargo en el mundo y aún en las iglesias muchos ponen los ojos en los hombres, en los líderes, en los cantantes.
Debemos eliminar toda distracción respecto al mundo y poner nuestra mirada siempre en el Señor.
Recordemos cuando dos ángeles vinieron a Lot para advertirle que Dios destruiría Sodoma y Gomorra. Le indican que abandone su ciudad, junto con su familia, sin mirar atrás y sin parar hasta pasar la llanura. Mas la esposa de Lot miró hacia atrás y quedó convertida en estatua de sal. ¿Qué significa esto? Jesús nos lo explica:
Lucas 9:62 Ninguno que poniendo su mano al arado mira atrás, es apto para el reino de Dios.
Es decir, si tú eres un verdadero discípulo no puedes decir yo amo a Cristo pero me gusta el mundo. Es imposible, el tal no es un discípulo.
Por su parte la palabra maligno se tradujo de una palabra griega que significa: ver lo perverso, ver lo corrupto, ver lo inmoral.
La forma en que Dios diseñó la anatomía del globo ocular también arroja luz para entender mejor:
La retina tiene millones de bastones y conos. Gracias a ellos podemos ver a colores. Cuando baja la intensidad de la luz, los conos que están en la retina no reaccionan y se nos nubla la vista, entonces los bastones se adaptan paulatinamente a la condición de oscuridad, lo cual logran en un lapso de unos cuantos minutos.
Es lo que nos ocurre cuando entramos a la sala de cine cuando la cinta ya ha iniciado: uno puede ver la pantalla radiante de luz y, al desviar la vista, nos quedamos en tinieblas y nos es difícil encontrar un lugar vacío para sentarnos. Luego de unos minutos podemos ver nuevamente en la zona oscura.
Así ocurre con algunos cristianos que no ponen su vista en la luz de Cristo, en el evangelio de la Luz: giran su vista a las penumbras buscando su lugar y no ven con claridad; ya han nacido de nuevo, pero un falso evangelio los tiene en penumbras, mostrándoles un Jesús que no es el de la Biblia y que, por lo tanto, carece de luz. En estas condiciones, cuando vienen los sinsabores de la vida, no saben qué hacer porque carecen de la luz del evangelio que les brindaría dirección.
Nuestra vista natural puede ser defectuosa por males como la miopía (tienes que acercarte a las cosas para poder verlas bien) o el astigmatismo (tienes que alejarte de las cosas para poder apreciarlas). Una cirugía puede corregir totalmente el problema. Todo indica que en lo espiritual muchos cristianos necesitan una intervención para quitar de sus ojos las tinieblas en las que su vida ya está envuelta. Es el caso de aquellos que habiendo recibido el Evangelio no cambian de vida, que no experimentan los efectos de una verdadera conversión, que se dicen cristianos y pretenden engañar a quienes les rodean y aún engañarse a sí mismos. Afirman que ven, pero viven en la oscuridad.
La luz del evangelio en alta definición.
El ojo humano tiene la habilidad de descomponer los rayos de luz blanca para que el cerebro aprecie los colores. Eso nos diferencia de la mayoría de los animales que, aunque también ven, no pueden apreciar el color. Eso me hace recordar cómo, hace más de treinta años, acostumbrados a ver televisión en blanco y negro nos la presentaron “a todo color”: nuestra sorpresa al ver colores sobre la pantalla era mayúscula. Mas ahora ha aparecido la televisión de alta definición con pantallas de cristal líquido o plasma y todo se ve aún más claro, con una calidad francamente impresionante.
Esto mismo ocurre en nuestra vida espiritual: cuando estamos acostumbrados a recibir enseñanzas superficiales, sin sustento o desviadas sobre el Evangelio es como si viéramos apenas a Dios como una sombra monocromática. Mas si el líder asume la responsabilidad de estudiar a fondo la Palabra y la enseña con denuedo, sus ovejas comienzan a ver colores. Si el estudioso se esmera más y, por decirlo de algún modo, se lanza desde el trampolín al estanque de la Palabra para profundizar en ella todo se va esclareciendo para él y para quienes reciben sus enseñanzas como si pasaran de la visión a colores a la de pantalla de plasma. Recibimos así, por decirlo de algún modo, la Palabra en alta definición.
Somos luz del Mundo
Jesús dijo a que sus discípulos somos la luz del mundo. Eso quiere decir que tenemos la capacidad de reflejar y refractar la luz que recibimos hacia el mundo. Aquí la palabra mundo se traduce de la palabra griega “cosmos” que tiene dos significados, uno literal que es el globo terráqueo, y otro figurado que se refiere a la gente que vive en el mundo. ¿Quién vive en el mundo? En el mundo vive la gente que no conoce a Dios, los que están en tinieblas. Mas Cristo, quien es Luz y nos ha dado la luz, va puliendo y formando nuestro carácter. Mientras más nos parecemos a Él, más reflejamos Su Luz y la refractamos al mundo, ¿Cómo vamos a reflejar la luz que Cristo nos ha dado? Con nuestra vida, con nuestro testimonio.
Por ejemplo, ¿cuántas esposas esperan la conversión de sus maridos al Señor? La Biblia dice cómo hacerlo:
1 Pedro 3:1- Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa.
Tristemente muchos líderes de la iglesia de hoy, en penumbras, aconsejan a mujeres que atraviesan por esta situación que le den prioridad a servir en la iglesia aunque ello les cueste descuidar su casa y a su marido, todo en nombre del amor a Dios. Algunos hasta llegan, torpemente, a sugerir el divorcio. La ignorancia hace que olviden lo que dice la Palabra al respecto: que las mujeres estén sujetas a sus maridos para que también los que no creen a la palabra sean ganados sin palabras por la conducta de sus palabras, es decir, por el ejemplo, por su testimonio, atendiendo bien sus deberes primeramente con los suyos.
Nuestro caminar en la luz de Cristo, dice más que nuestras palabras.
Oremos.
Padre, te damos gracias por tu palabra que es lámpara a nuestros pies y lumbrera a nuestro camino. Gracias por el privilegio de poder ser iluminados con la luz de tu palabra y contigo mismo Señor, que eres luz. Nos has hecho real sacerdocio, nación Santa, pueblo adquirido por Ti para anunciar Tus virtudes. Nos has llamado de las tinieblas a tu luz admirable, mas si nuestra luz se apaga ¿cómo podríamos alumbrar al mundo?
Señor, te pedimos que sigas puliendo cada día nuestro carácter para reflejar más a Cristo, para reflejar mas tu amor, tu perdón y aún tu juicio, como lo hizo Noé por ejemplo.
Que cada cristiano haga resplandecer el amor de Cristo, sin que ninguno confunda el brillar de Cristo con hacer lo que hace el mundo.
Que nuestra vida permanezca rendida a ti, reflejando a Cristo. En el Nombre de Jesús. Amén.
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