“En ese momento, todos los discípulos abandonaron a Jesús y huyeron”
Marcos 14:50
Eran días muy difíciles, todo había cambiado, lo que pensé por un momento que sería mi vida, había cambiado, por un momento todos los planes que tenia para mi vida giraron 180 grados.
De pronto mi ánimo cambio completamente, la mayoría del tiempo lo pasaba en mi habitación, triste, desconsolado, queriendo entender ¿Qué es lo que había pasado?, ¿Qué había hecho mal?, ¿Dónde estaba Dios?
Y es que pareciera que en los momentos más duros de nuestra vida lo primero que decimos es: ¿Dónde está Dios?, como que si El tuviera la obligación de solucionar todas las malas decisiones que tomamos.
Me sentía muy triste, por primera vez en mi caminar cristiano me sentía solo, parecía que hasta Dios me había abandonado, pensé que ya no merecía seguir en este camino, ¿Pues como podía seguir si ni a Dios sentía?
Aquellos bellos e inolvidables encuentros personales con Dios brillaban por su ausencia, solo eran lindos recuerdos, porque mi realidad en ese momento era otra. No tenía ganas de leer la Biblia, mucho menos de orar, realmente lo que me había pasado y como mi vida había girado tan bruscamente me llevo a caer en un estado de desanimo profundo y de tristeza inigualable.
No sé en realidad que era lo que sentía en ese momento, pero era algo que no quería sentir, dentro de mi había lucha muy fuerte, preguntas en mi mente que me querían hacer dudar de lo que Dios podía hacer, preguntas como: ¿Dónde está Dios en este momento?, ¿Por qué El permite esto?, ¿Acaso no soy servidor suyo?, ¿Por qué Dios no hace nada?, ¿Por qué Dios no quita este sentimiento horrible de mi corazón?
Y es que cuestionar a Dios en los momentos más difíciles es lo más común y aunque mis labios no pronunciaban las palabras o preguntas que mi mente se hacían, estaban dentro de mí queriendo salir.
Por un momento sentí algo diferente, Dios me estaba visitando en mi habitación, mientras me sentía destrozado y sin fuerzas de seguir, Dios me hizo comprender que estaba así porque me había descuidado de mi comunión personal con El, pues El siempre había estado allí, pero yo ya no lo visitaba, ya no platicaba con El, ya no tenía la misma comunicación.
Lo que me estaba pasando había hecho que perdiera esa sintonía con el Señor, había permitido que mis problemas se convirtieran en lo que gobernaba mi vida y me había olvidado de hablar con mi Mejor Amigo.
En el mismo momento que comprendí eso, comencé a llorar como un niño, lloraba porque Dios tenía razón, mi vida no era la misma, había permitido que los problemas me controlaran y me apartaran de la relación personal que tenia con mi Señor, en realidad Dios no estaba lejos de mí, pero yo si lo estaba de Él.
Mientras lloraba delante de su presencia, pude sentir su abrazo, pude sentir como El siempre estuvo allí, pude percibir que nunca me había dejado, pero que yo si me había apartado de Él, ese día le dije que no quería jamás despegarme de Él, que nunca más volvería a permitir que los problemas me alejaran de su comunión, que yo estaba seguro que El tenia cuidado de mi y que habría de cumplir sus propósitos perfectos en mi vida.
Y es que es así, Dios nunca está lejos, Dios nunca nos abandona ni se oculta, pero nosotros sí, dejados llevar por las circunstancias de la vida tendemos a abandonarlo, a dejar de hablar con Él y de mantener esa comunión continua que nos da fuerza siempre para seguir adelante.
Posiblemente tu estés pasando un momento de esos en los cuales sientes que Dios está muy lejos, pero realmente no lo está, examina tu vida, detecta que es lo que te está alejando de Él, ¿Qué es lo que está gobernando tu mente y tu corazón? Y si no es Dios, entonces ponte manos a la obra para comenzar a hacer de Jesús el centro de tu vida.
Dios está disponible para nosotros las veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco días del año, somos nosotros quienes decidimos llegar a Él y mantener una sintonía perpetua o simplemente alejarnos dejados llevar por las situaciones difíciles de la vida.
Hoy te invito a rendirte delante de Él, a rendir todas tus debilidades y problemas delante de su trono y a confiar en que El tiene el control de tu vida y que nada pasara si no es Él quien tiene el control de todo, a partir de este día comienza a cultivar una vida continua de devocional diario en tu vida.
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