Si hablamos de seguridad, para los organismos estadounidenses -como la Central de Inteligencia (CIA) y el Pentágono- cualquier situación puede resultar potencialmente amenazante. Dentro de las hipótesis de conflicto entre naciones y los hechos que posiblemente pueden desencadenar “un peligro para la humanidad en su conjunto”, recientemente han decidido sumar al cambio climático. Lo ven como una temida amenaza para la seguridad de los países que están bajo la órbita de su control.
De acuerdo a una nota publicada por el diario El Mundo de España, el Pentágono incluirá el cambio climático como una de las “amenazas para la seguridad” en el informe cuatrienal que remitirá en febrero al Congreso.
Por su parte, la CIA ha tomando la delantera en esta iniciativa con la creación de su propio Centro para el Cambio Climático y la Seguridad Nacional. Al tiempo que el Consejo Nacional de Inteligencia (CNI) previene acerca de los “impactos geopolíticos” de la degradación ambiental, las hambrunas, la pobreza y la desestabilización de los gobiernos en las próximas décadas.
El panorama es oscuro, pero EEUU ya ha demostrado que se basa en distintas hipótesis para instalar enclaves en distintas partes del mundo.
Pero sumados a estos organismos norteamericanos también la Unión Europea en su conjunto y la Organización del Atlántico Norte (OTAN) estudian las posibles consecuencia en la región y evalúan las eventuales consecuencias directas en el mediterráneo, producto de la desertización y de las posibles olas de refugiados climáticos.
Por su parte, el Consejo de Seguridad de la ONU, a instancias de Gran Bretaña, decidió también vincular el cambio climático a la paz y a la seguridad mundial.
En ese sentido, el periodista canadiense Gwynne Dyer, que explora los futuros conflictos del clima en Climate Wars, advirtió que “no nos pueden llamar alarmistas cuando son los propios gobiernos quienes están haciendo sus cálculos y han decidido tomar ya cartas en el asunto”
Suena la alarma
El panorama no es para nada alentador, el propio Dyer afirmó que “los dos grados centígrados (de calentamiento global) son simplemente el gatillo”. A partir de ahí se pueden disparar todo tipo de consecuencias en cadena. En cualquier caso, el efecto será casi siempre el mismo: hambre.
Y el hambre forzará movimientos migratorios, y las fronteras se convertirán en ollas a presión, y el agua puede ser el detonante de viejos y nuevos enfrentamientos.
A su vez el periodista canadiense recordó que fue El Pentágono, durante la administración de George Bush, el primero en dar la señal de alarma sobre los conflictos, la desestabilización e incluso el riesgo de guerra nuclear como consecuencia del cambio climático. Claro que Bush invadió y devastó Irak con la excusa de que tenía armas de destrucción masiva (por supuesto, jamás las encontraron).
El periodista también estableció una proyección e hipótesis de conflicto a nivel internacional. Anunció que el control del río Indo puede desatar el conflicto definitivo entre India y Pakistán, que sufrirán por partida doble la pérdida de hielo en el Himalaya: primero con inundaciones, después con sequías que pueden condenar al hambre al 25% de la población.
Sumada a lo anterior, el autor de Climate Wars estimó que China podría perder también el 30% de su capacidad agrícola, y vaticina una inmigración en masa de las ciudades costeras del Sur hacia el interior, y una posible disputa con Rusia por el control de parte de Siberia: la nueva tierra “prometida”.
De no tomar conciencia rápidamente, todo el plantea presenta perspectivas bastante desalentadoras. Las principales regiones afectadas serían el Sur de Asia y el Africa subsahariana.
“Junto con Grecia e Italia, España podría tener también sus propios refugiados del clima. De todo esto se está hablando ya en la OTAN y en la Unión Europea, donde nunca acabaremos de ver a Turquía. ¿A quién le interesa tener dos mil kilómetros de frontera con Oriente Medio, donde también van a sufrir muy agudamente los rigores del clima?”, enunció Dyer.
También en el Sur de Estados Unidos, Dyer pronosticó “un aluvión de campesinos centroamericanos huyendo del hambre y una situación límite en la frontera” en torno a la llegada del año 2020. “El muro cumplirá su función y se acabará cerrando a cal y canto la frontera. En Estados Unidos, que por entonces será un país aún más hispano, se producirá un intenso y doloroso debate”.
Mientras todo eso ocurre, el Consejo de Inteligencia Nacional evalúa las demandas de “respuesta humanitaria”, y posibles “operaciones de combate” de los nuevos conflictos.
Una voz en el desierto
El reconocido intelectual James Lovelock aseguró que “el deterioro del planeta es irreversible, que el sistema está moviéndose a un momento crítico del que tardará siglos en recuperarse”. Además dijo que la capacidad humana para cambiar este proceso pasó hace 50 o 100 años, y comparó el momento actual con el que le tocó vivir en 1939, cuando todo el mundo sabía que iba a empezar una guerra mundial, “pero nadie se daba por enterado”.
Además afirmó que, en menos de un siglo, sólo habrá 500 millones de humanos que sobrevivan al cambio climático y todos ellos vivirán en el Artico; que antes de que acabe el siglo XXI Londres estará inundada y Bangladesh entera estará sepultada bajo las aguas con sus 140 millones de habitantes intentando desplazarse a otros países; y augura sangre y guerras causadas por los desplazados climáticos.
Desde su perspectiva apuesta por la energía nuclear como energía imprescindible para conservar nuestra civilización, la única capaz de proporcionar alimentos, calor y electricidad a los supervivientes de la catástrofe climática en su retiro ártico.
Diario Hoy
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