“Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán” (Mateo 24.4, 5)
“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7.21-23)
El verdadero evangelio tiene la particularidad de ser simple y claro. Su mensaje es vivo y eficaz; apunta a la mente y al corazón porque su propósito primordial es salvar y dar vida eterna a todo aquel que cree en el Señor Jesucristo como su único y suficiente salvador.
Tanto el que lo anuncia como el que lo recibe, deben saber y aceptar que dice lo que quiere decir; pues toda la escritura se apoya en sí misma excluyendo cualquier tipo de interpretación. Hacerlo, es pervertir el evangelio de Cristo (Gálatas 1.7).
Conocer la Palabra de Dios, entender el espíritu de su letra y aceptarla tal cual ha sido dada, es lo que permite al “creyente”, tener la certeza de que ha tomado por el camino correcto que conduce hacia la única y segura salvación.
Consecuente con estas verdades, es que el Ministerio Bíblico Voz de Jehová se ha propuesto proclamar el único y verdadero evangelio con total fidelidad sin modificaciones ni agregados.
Comenzaremos testificando sobre dos aspectos fundamentales de Su naturaleza: el primero es acerca de su propósito; pues, la palabra evangelio no tiene que ver con una determinada religión sino con lo que quiere decir: “buenas noticias”. Estas “buenas nuevas” proclaman que Cristo Jesús es Dios encarnado que vino al mundo a salvar, por pura gracia, [Favor no merecido] a todos los pecadores que en Él creen. Y el segundo aspecto es acerca de su poder; pues como el evangelio es vivo y eficaz, es él quién conduce soberanamente mediante el Espíritu Santo hacia el único camino que hace efectiva la salvación: “Cristo”.
Dijo el Señor Jesucristo en su oración al Padre rogando por los que habrían de creer: “Santifícalos (apártalos, perfecciónalos) en tu verdad; tu palabra (tu evangelio) es verdad. Quien pretenda desconocer y no exaltar su propósito y su poder, no predica el verdadero evangelio.
Amado lector, en el nombre del Señor te ruego que prestes atención y medites los pasajes de este encabezamiento; pues si pones tu mente y corazón en estas palabras, el Espíritu te revelará el espantoso peligro en que te encuentras. En ambos pasajes, es el mismo Señor Jesucristo quien asegura que entre los no creyentes y “creyentes”, habrá engañadores y engañados.
1. Respecto a los engañadores:
Si meditamos sobre el primer texto que habla de los engañadores, veremos como los discípulos azorados por una predicción que hizo el Señor, le hacen dos preguntas concretas, la primera es: cuándo será el fin de este tiempo; o lo que es lo mismo, cuándo será su venida. La otra es, cuál será la señal que precederá a ese portentoso acontecimiento. Ante tales demandas, la actitud del Señor fue la siguiente: no contestó la primera, porque a ningún hombre le es dado a conocer el anticipado decreto que pertenece a la soberana y privada voluntad del Padre; aunque, en su momento, les dijo: “de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre” (Marcos 13.32).
En cambio, les respondió directamente la segunda pregunta con estas palabras: “Mirad que nadie os engañe”; más aún, les previno que estén alerta porque la señal de su venida será precisamente cuando muchos engañadores, charlatanes y falsos profetas vengan en su “nombre diciendo: Yo soy el Cristo”.
Ahora bien, lo terrible de este asunto es que este engaño no será grosero, sino que será presentado con tanta habilidad y sutileza que “a muchos engañarán” arrastrándolos sin piedad hacia una eterna perdición.
Medite, estas no son meras palabras, no son predicciones de un futurólogo, no es la creencia de una determinada religión, son Palabras del Señor Jesucristo; el mismo que dijo: “Vendré otra vez y tomaré a mismo para que donde yo estoy vosotros también estéis”.
Con sólo prestar atención a lo que está sucediendo a nuestro alrededor veremos que los acontecimientos actuales confirman que estamos viviendo los últimos tiempos. Y, conforme a lo predicho, es evidente que satanás está redoblando sus esfuerzos y usando todos sus recursos para seducir “con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” (2 Tesalonicenses 2.10)
¿Quiere saber cuál es la estrategia de Satanás? Muy simple, su estrategia consiste precisamente en levantar falsos maestros y engañadores. Este método tan de moda en los últimos tiempos, está produciendo más daño a la Iglesia que todo lo que han hecho y están haciendo sus declarados perseguidores a través de toda su historia.
Cuando satanás no logra su objetivo como león rugiente, trata de hacerlo “como ángel de luz”. (2 Corintios 11.14)
2. Respecto a los engañados:
El segundo texto declara que muchos partirán de este mundo, convencidos de que son salvos; pues “dirán en aquel día”: ¡Señor! ¡Señor!, hemos predicado el evangelio, hemos hecho campañas en tu nombre, te hemos servido, nos hemos asegurado una religión, íbamos a la iglesia, leíamos la Biblia, cantábamos coros de alabanzas. Más aún, teníamos dones y los ejercíamos, curábamos enfermos, echábamos demonios y hacíamos milagros. A los que el Señor les responderá: nada de eso les garantiza entrar en el reino de los cielos, “sino el que hace la voluntad de mi Padre”.
Conclusión
No todo lo que se proclama como la Palabra de Dios y se presenta bajo un manto de piadosa religiosidad, proviene del Señor. Muchos son los teólogos, religiosos y eruditos que despliegan su arsenal de “conocimientos” con el solo propósito de justificar lo que ellos llaman “sus interpretaciones”.
Pues bien, todos deben saber que hay una sola verdad y una sola interpretación, tanto una como la otra la da un solo y mismo Espíritu. Por lo cual, no es excusa ignorar que, todos los hombres sin excepción, en todo tiempo y lugar, somos llamados a ser salvos mediante el arrepentimiento y obediencia a la fe; para hacer “la voluntad del Padre” conforme está escrito.
Todo el que predique otra doctrina, no es nada más que un mercader de la fe. Y todo aquel que no haya escudriñado Las Escrituras de manera que pueda evitar ser engañado; debe saber que un día tendrá que rendir cuenta de sus actos ante el supremo juez, el único Dios verdadero.
Ministro de la Sana Doctrina del Evangelio de Jesucristo
“Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento” (Efesios 1. 17,18). Amén
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