El carácter de Dios Dios es el Alfa y la Omega – el principio y el fin. Uno de los nombres de Dios es "Yo soy". Él no tiene principio ni fin. Dios es el creador del universo. Para que esto sea posible, Él existió antes de crear al mundo. Dios es el poder y la autoridad suprema sobre todas las cosas. Nada puede ocurrir sin que Dios lo sepa y permita que eso ocurra. Dios nos revela todo lo que sabemos de Él. Él es un Dios que personalmente se deja conocer. Aunque no sabemos todo lo que respecta a Dios, cada uno de nosotros puede conocer un poco de Él. Dios es soberano. No siempre sabemos por qué algunas cosas ocurren, pero Dios si lo sabe. Él tiene un propósito para todo. "Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos" (Isaías 55:9).
Dios creó el mundo solamente con dar la orden para su existencia. Dios no tiene limitación de poder. Él conoce todas las cosas. Él está siempre presente. Las principales características de Dios son Su santidad y Su amor. Dios es santo. Él es único, sin pecado y completamente diferente. Dios tiene toda perfección moral. En Dios toda bondad es representada. Dios va más allá de simplemente amarnos; Dios es amor. Nada de lo que Él hace está fuera de Su amor. Debido a ese grande amor es que nos envió a Su Hijo Jesús a morir por nuestros pecados. El Dios Creador Dios hizo los cielos y la tierra que nosotros conocemos. Dios habló a los elementos y la tierra fue formada. A Dios le gusta crear. Su máxima creación fue el hombre, un agente libre y moral. Dios tomó un poco de barro y formó al hombre, al cual llamó Adán. Dios mandó a Adán a ponerles nombres a todos los animales, a los peces, a las aves y todas las otras cosas que Él había creado. Dios quiso que Adán y su esposa Eva vivieran en el bello Huerto del Edén para cuidar de los animales y del huerto.
El primer pecado contra Dios Sabemos que Satanás fue el primero en rebelarse contra Dios. Satanás fue un ángel que quería apoderarse del Cielo, por eso Dios lo expulsó y lo envió a la tierra como un ángel caído. El espíritu de Satanás, en forma de culebra o serpiente, vino primero a Eva en el Huerto del Edén y la tentó para desobedecer a Dios comiendo del árbol del bien y el mal. Luego ella invitó a Adán y también él comió del fruto prohibido. Tan pronto ellos comieron del fruto prohibido Adán notó que Eva estaba desnuda. Ambos sintieron vergüenza e intentaron cubrirse con hojas de higuera. Dios creó al hombre y la mujer y dijo que Su creación era buena. Cuando el pecado entró en el mundo, el hombre percibió que su cuerpo era malo. Adán y Eva se avergonzaron de que Dios los viera desnudos; sintieron como si debían esconder algo. El pecado de haber desobedecido a Dios por comer del fruto prohibido fue la causa de su expulsión del huerto y fueron destituidos de su derecho para hablar cara a cara con Dios. Como descendientes de Adán y Eva, todos nacemos con una naturaleza pecaminosa. Aunque fueron tentados por la serpiente, Adán y Eva voluntariamente rompieron su pacto con Dios. Por sus acciones el pecado entró en el mundo. La única forma en que la maldición del pecado podía ser rota era sacrificando un ser perfecto.
Redención El propósito de redimir a la humanidad es para unir la comunión que fue rota por el pecado. Dios no tenía la intención de que el mundo fuera como es actualmente, pero Él ha proveído el camino hacia la redención. Dios quiere que seamos Su pueblo y que no tengamos pecado en nuestras vidas. Durante los primeros 4000 años (o durante el tiempo del Antiguo Testamento), Dios proveyó un sacrificio temporal para que las personas recibieran el perdón de sus pecados. Una vez al año los pecados del pueblo eran simbólicamente echados en un cordero que era expulsado de la comunidad. Este proceso debía repetirse anualmente. El sacerdote escuchaba mientras las personas confesaban sus pecados. Luego, él sacrificaba un animal y ofrecía esa sangre como dispensación de los pecados de la persona.
Jesús, el Cordero de Dios, es el sacrificio permanente por nuestros pecados. La sangre de Jesús trae perdón por nuestros pecados. Al enviar a Su Hijo, Jesús, Dios hizo un Nuevo Pacto, o un Nuevo Testamento, con la civilización. Sólo un hombre perfecto podía ser sacrificado. Jesús era la única persona que podía cumplir con todas esas cualidades; Él había nacido sin una naturaleza pecaminosa. Cuando las personas nacen, ellas traen consigo una semilla de rebelión en sus corazones. Esto se conoce como la semilla de Adán. A medida que los niños crecen, este espíritu es causa de su desobediencia y rebeldía contra las reglas y la autoridad. Dios restauró Su relación con la humanidad. El espíritu que existe dentro del hombre también desea una relación – una relación con un poder mayor, el Creador, Dios.
El Dios que del polvo creó al primer hombre, puso un vacío en el corazón de cada persona reservado para que el Espíritu de Dios habite en ese vacío. Cuando el Espíritu Santo viene a habitar en una persona, Él llena dicho vacío y la persona experimenta paz y gozo verdaderos. Muchas personas resisten al Espíritu de Dios y ponen otros substitutos, pero ninguno de ellos les satisface por mucho tiempo. Siempre hay un anhelo por algo que llene ese espacio vacío. El alcohol, las drogas, el sexo ilícito, la perversión, el entretenimiento, los juegos de azar, etc., que muchas personas tratan les dejan con un sentimiento de que nada les satisfará esa necesidad excepto Dios. Para encontrar a Dios usted primero debe reconocer a Jesús como el Hijo de Dios. Usted debe orar.
Primera Parte Las tres primeras bestias/la estatua de metales; la cuarta bestia Estudio bíblico escatológico “Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies, y era muy diferente de todas las bestias que vi antes de ella, y tenía diez cuernos. Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí que este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas” (Daniel 7: 7: 8) A diferencia de algunos que hoy en día dicen tener sueños y revelaciones, pero que nada tienen que ver con la Palabra, Dios sí le habló al profeta Daniel. En el libro de Daniel, Dios reveló acerca de lo porvenir en cuanto al dominio mundial dos veces, aunque de manera diferente. Primeramente lo hizo a través
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