Aprendiendo a vivir según el reino de Dios
Estudio bíblico
Índice del Tema
- Introducción
- I. Aprendiendo a vivir según el reino de Dios
- 1. Cuando el hombre no puede, pero Dios sí
- 2. Lo que el hombre creyente requiere aquí, es confianza
- 3. Una contradicción: algunos tienen “mucha fe” para lo grande, pero poca para lo pequeño
- 4. La obra del diablo apelando a lo natural del hombre
- 5. El testimonio de la barca en medio de la tormenta
- 6. Conclusión
“Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26 Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? 27 ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? 28 Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; 29 pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. 30 Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? 31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. 34 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (Mateo 6: 25-34)
Introducción
“Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros,hombres de poca fe?” (Mateo 6: 30)
Jesús reprochó a sus discípulos en varias ocasiones su poca fe, llamándoles “hombres de poca fe”.
En diversas ocasiones el Señor utilizó esta expresión tan contundente. En concreto, en los Evangelios lo vemos un número total de cinco veces (Mt. 6: 30; Lc. 12: 28; Mt. 8: 26; Mt 14: 31; Mt. 16: 8)
Veamos que implicaba esta declaración, y que podemos aprender nosotros de todo ello, como actuales discípulos de Cristo.
La expresión que vemos en español “hombres de poca fe”, es la griega original: “humass oligopistos”, es decir: “vosotros, de poca fe” o “vosotros, que carecéis de confianza”.
Esta era la queja que a menudo el Señor profería hacia sus discípulos. Siempre que el Señor usó esa expresión, fue en momentos en los que Él hubiera esperado lo que no vio en sus discípulos.
I. Aprendiendo a vivir según el reino de Dios
“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mt. 6: 33)
Vemos entonces que el sentido de esa expresión: “hombres de poca fe”, tenía que ver con el hecho de que los discípulos, a pesar de que amaban a Dios y a Jesús, tenían todavía la tendencia a ser guiados por lo que sus ojos veían, y su mente y emociones les dictaban, así como por su experiencia, más que por las promesas de Dios, las cuales exceden a lo estrictamente natural y tangible. Pero Jesús vino a causar una gran diferencia en todo esto.
En los días de Jesús, los judíos esperaban un reino visible y tangible, desde el cual gobernar como nación sobre las naciones, tal y como los profetas habían declarado (Is. 2: 2-4), para lo cual no se requería de fe, sino de celo, determinación y fuerza (de ahí el espíritu de los celotes). Por ello, esperaran el levantamiento de un Mesías combativo en lo natural, que les librara de sus enemigos naturales.
Su vida la tenían volcada hacia lo natural, más que hacia lo espiritual, de ahí la definición: “hombres de poca fe”.
“Los judíos de la época de Jesús - inspirados en los valientes Macabeos - esperaban a un Mesías triunfante que por la espada les librara de la opresión romana”
1. Cuando el hombre no puede, pero Dios sí
No obstante Jesús, el verdadero Mesías, excluyendo todo planteamiento bélico, estaba en esos momentos en medio de ellos enseñándoles la esencia del Reino de los cielos: lo que excede a lo simplemente natural, y entra en lo invisible y espiritual; lo que es eterno; lo que va más allá de la obra y esfuerzo humanos, y se prolonga por la mano de Dios. En otras palabras, lo que le da la gloria a Dios, todo lo cual implica la estricta intervención divina.
Lo que Dios hace sin esfuerzo, y lo que el hombre aun esforzándose apenas puede lograr, lo vemos resumido en las mismas palabras de Jesús:
“La vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido. 24 Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves? 25 ¿Y quién de vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo? 26 Pues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os afanáis por lo demás?” (Lucas 12: 23-26)
De forma cabal la Escritura nos dice que nosotros como humanos, a pesar de nuestro celo, entrega, determinación, esfuerzo, etc. no podemos hacer o realizar, lo que no podemos, porque no está en nuestro haber, sin embargo, si podemos creer, y por tanto, confiar, que está en el haber de Dios:
“Y si así viste Dios la hierba que hoy está en el campo, y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe?” (Lc. 12: 28)
“Si podemos hasta cierto punto llegar a confiar en los demás, con mayor motivo debemos confiar en Dios”
Existe un punto en el cual es absolutamente imprescindible que el hombre creyente descanse en Dios, porque sólo Él puede hacer lo que el hombre no puede, y de seguro lo hará, porque lo sabe, puede hacerlo, y ha dicho que va a hacerlo:
“Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas…y todas estas cosas os serán añadidas.” (Lucas 12: 29, 31)
En contra del error de hoy en día
“Donde abundan los sueños, también abundan las vanidades y las muchas palabras; mas tú, teme a Dios” (Eclesiastés 5: 7)
Todo este planteamiento de verdadera espiritualidad y fe, descubre a nuestros ojos la falsa enseñanza actual, proveniente de la metafísica la cual ha entrado con fuerza en el seno eclesial, por la cual se asegura que como creyentes, y a través depensar positivamente, soñar, visualizar y confesar conforme al poder y autoridad que dicen son intrínsecos en el hombre, podemos hacer que las cosas sean como nosotros queremos que sean, porque – dicen – somos pequeños dioses o pequeños cristos.
La verdad y realidad - ya que ambas van de la mano en este caso - es que el hombre, aun el creyente, no puede hacer lo que es conforme a su incapacidad como criatura, y como tal debe esperar en Su Creador, Salvador y Señor. Así Dios lo quiso.
“El creer en uno mismo en el sentido que enseña la metafísica pseudo cristiana, no es más que una fantasía, aberración y perversión del Evangelio, que en su día recibirá el justo castigo ”
2. Lo que el hombre creyente requiere aquí, es confianza
Digamos que el Señor Jesús les estaba enseñando a sus discípulos una nueva dimensión de la vida de creencia; les estaba enseñando a, de veras confiar en Dios, también en medio de las dificultades típicas de la cotidianidad.
Por lo tanto, tal y como hemos visto etimológicamente, ese “vosotros, de poca fe” (hombres de poca fe), tenía más bien que ver con el asunto de falta de confianza, o dicho por activa, la necesidad de crecer en confianza y expectativa hacia Dios.
Para ello era necesario que empezaran a conocer a Dios, estando ahí resumida la clave del asunto.
Esto último implicaría (e implica) el vivir en el reino de Dios.
Cuando el Señor dijo a sus discípulos: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mt. 6: 33), necesariamente se estaba refiriendo a vivir según los principios del Reino, y en ese sentido, conforme irían haciendo la voluntad de Dios, por desearla, buscarla y orar que se cumpliera en cuanto a ellos mismos en este caso, la confianza hacia Él iría a su vez creciendo en relación también a las cosas “añadidas”, las mismas que el mismo Jesús había mencionado, tales como:
A) Comida, vestido (“…teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto” 1 Ti. 6: 8)
Como conclusión aquí podemos decir que en la medida en que el creyente va viviendo conforme al reino de Dios, es decir, conforme a la voluntad de Dios, Él se encarga de suplir lo necesario para su subsistencia diaria, siempre teniendo la mira en las cosas eternas.
“Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan” (Salmo 37: 25)
Es importante creerle a Dios en esto, porque si no, nos quedaremos varados en el banco de arena de la “no fe”, y poco fruto daremos para Dios, así como poca gloria a Su Nombre.
“Tener confianza en uno mismo hasta cierto punto, es bueno, pero la base y fundamento de esa confianza deberá estar siempre en el Señor”
“Poca cosa hay peor que los que sólo tienen su vida de pensamiento concretizada en sí mismos y en sus posibilidades, conforme a su entendimiento y experiencia, y no consideran en nada a Dios”
3. Una contradicción: algunos tienen “mucha fe” para lo grande, pero poca para lo pequeño
Esto es paradójico, y típico de la naturaleza humana. Acordémonos de Pedro que tenía mucha “fe” al decir que jamás abandonaría a su Maestro, pero ante la leve insinuación de aquella criada que decía que le había visto con Él, enseguida le negó (Lc. 22: 54-57)
El creyente en su carne, es capaz de realizar las mayores hazañas de fe (mayormente en su mera imaginación), pero esto no se corresponde con la realidad, ni aun en lo poco. Esto es debido al hecho de que nada podemos hacer sin Él…pero con Él, todo lo que Él quiera, haremos.
Por todo ello, Dios no sólo espera de nosotros celo por Su obra en términos amplios y generales, también espera que le creamos en cuanto a las cosas de nuestra simple cotidianidad, que por otra parte, intentan llamar constantemente nuestra atención, para absorbernos, paralizarnos, asustarnos, desanimarnos, frustrarnos, y dejarnos en la cuneta de la vida, tal y como ocurre con todos aquellos que no tienen fe ni esperanza en Dios, es decir, todos aquellos que no le conocen.
Esto último es claramente la obra del maligno.
4. La obra del diablo apelando a lo natural del hombre
El diablo usa de estas cosas para intentar apartarnos de los designios de Dios; apartarnos de Su obra. Por eso Jesús enfatizó en que debíamos buscar el Reino de Dios y Su justicia.
Sobre todo en tiempos de crisis económica como el actual, el diablo sabe de nuestra debilidad y de nuestra, muchas veces, imposibilidad como humanos de poder incluso obtener lo meramente indispensable para la subsistencia diaria. El diablo sabe que nosotros sabemos eso, porque es lo que la humanidad sin Dios ha experimentado desde la caída (y de eso hace ya mucho).
El diablo se basa en nuestra experiencia y entendimiento en lo meramente natural en cuanto a todo esto, para descargar sus andanadas de temor, inseguridad, desánimo, pánico, preocupación, duda, aflicción, etc. etc.
Pero el Señor lo expresó con suficiente claridad: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mt. 6: 33)
Por encima de lo estrictamente natural y humanamente lógico, está el poder y la determinación de acción de nuestro Dios, mayormente para todos aquellos que están dispuestos a creerle.
Por ello, y como conclusión también aquí, podemos esperar (y debemos esperar) que Dios va a cumplir con todo aquello que nos es indispensable para nuestro día a día, a pesar de las tropelías del maligno, tanto en cuanto a sus susurros a la mente, como en su maligna obra de estorbo, la cual Dios se ocupará de cercenar y bloquear convenientemente.
“El desánimo y la preocupación excesiva es acción y espíritu del maligno”
“El exceso de confianza en uno mismo, también lo es”
5. El testimonio de la barca en medio de la tormenta
De hecho la obra del maligno para intentar acabar con la fe del creyente, Dios la usa para todo lo contrario a lo que son sus abyectos propósitos. Acordémonos de los discípulos cuando iban en la barca, estando Jesús dormido en medio del fragor de la tormenta (Mt. 8: 23-27).
La primera reacción de los discípulos fue coherente en lo natural. Ellos le despertaron, y le dijeron que iban a perecer si Él no hacía algo. Eso era verdad en lo natural. El diablo también hubiera dicho al respecto lo mismo: iban a perecer.
Pero la diferencia entre los discípulos y el diablo, es que ellos hicieron dos cosas extra; a saber:
- Se dirigieron al Señor.
- Le pidieron que los salvara.
Esto motivó que el Señor se manifestara y actuara, a pesar de la falta de confianza (o fe en este caso) de los discípulos: “El les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe?” (Mt. 8: 26)
Cuando el Señor, se levantó y reprendió a los vientos y al mar, y se hizo bonanza (cosa que evidentemente estaba fuera de las posibilidades de los discípulos), en ese momento, ellos pudieron comprender algo en lo que todavía no se habían dado cuenta del todo: que con ellos estaba el mismísimo Mesías:
“¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?” (Mt. 8: 27)
Por ello, el esfuerzo del maligno (que no es más que una criatura también), redunda para bien para todos aquellos que de veras amamos a Dios, como está escrito
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8: 28)
“Estampa representativa de la zozobra de la barca de los discípulos”
6. Conclusión
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4: 6, 7)
El afán, como vimos en Mateo 6: 25, es la consecuencia de la falta de confianza en Dios y en Su hacer. También es el resultado de buscar lo de uno, en vez de buscar lo que es de Dios.
Por eso tanto el buscar el reino de Dios y Su justicia (es decir, Su voluntad), como el esperar en Él para las cosas de nuestra cotidianidad, debería ser nuestra manera común de vivir. Nuestra dependencia de Dios, es – o ha de ser – nuestra manera corriente de vivir.
De esa manera, jamás Él nos dirá: “hombres de poca fe”, sino lo contrario en todo caso.
Dios les bendiga
© Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey, Madrid, España.
www.centrorey.org
Febrero 2010
Comentarios
Publicar un comentario
IMPORTANTE: Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellas pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Aquel usuario que incluya en sus mensajes algun comentario violatorio del reglamento será eliminado e inhabilitado para volver a comentar.
DIOS TE BENDIGA