- • Seúl reclama una disculpa de Pyongyang por hundir un navío en el que murieron 46 marineros
- • Obama ordena a los mandos de EEUU que estén preparados ante un posible ataque norcoreano
- Soldados surcoreanos llevan a cabo un ejercicio en la zona desmilitarizada, junto a la frontera con Corea del Norte, ayer. Foto: Reuters / lee sang hak
AGENCIAS / SEÚL
IDOYA NOAIN / NUEVA YORK
IDOYA NOAIN / NUEVA YORK
La tensión crece por momentos en la península coreana tras la confirmación, la semana pasada, de que un submarino norcoreano hundió al Cheonan, un buque de guerra surcoreano, cuando se hallaba navegando en sus propias aguas territoriales. El presidente de Corea del Sur, Lee Myung-bak, reclamó a su vecino del norte que se disculpe por el incidente, en el que perdieron la vida 46 marineros surcoreanos. La presidencia de EEUU, país que cuenta con 28.000 soldados desplegados en la zona, expresó un «total apoyo» a las exigencias de Seúl y garantizó la defensa de la mitad sur de la península ante un posible ataque militar del norte.
«Solemnemente, insto a las autoridades de Corea del Norte a pedir disculpas a la República de Corea y a la comunidad internacional», declaró el presidente surcoreano en una intervención televisada. Lee Myung-bak confirmó que su país elevaría el contencioso al Consejo de Seguridad de la ONU, al tiempo que anunció una batería de medidas de represalia económicas que dañarán aún más la maltrecha economía norcoreana. Entre las sanciones, se encuentra el veto a toda forma de comercio, a las inversiones económicas y a la navegación comercial norcoreana, cuyos buques atraviesan las aguas territoriales de Corea del Sur, evitando un costoso rodeo.
«El objetivo de Corea del Norte es instigar la división y el conflicto; es hora de que el régimen norcoreano cambie», proclamó Lee Myung-bak. El Gobierno de Kim Jong-Il replicó, como siempre, con bravuconería, amenazando con medidas drásticas si Seúl eleva la tensión.
EEUU se apresuró a mostrar un respaldo sin fisuras a la respuesta de surcoreana al incidente delCheonan. Los mandos militares estadounidenses ya han recibido instrucciones del presidente, Barack Obama, para coordinarse con el Ejército surcoreano tanto para prepararse ante la potencial escalada del enfrentamiento como para «desalentar una agresión». Los estadounidenses, de momento, realizarán en un «futuro cercano» dos ejercicios militares conjuntos con los surcoreanos, según anunció ayer el Pentágono.
MIRADA HACIA CHINA / En Pekín, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, definió ayer como «prudentes y completamente apropiadas» las medidas anunciadas por Lee. Clinton, que se encuentra en China participando en la reunión bilateral estratégica y económica, aseguró que su país está trabajando «para evitar una escalada de provocación».
Incluso el secretario general de la ONU, el surcoreano Ban Ki-moon, que habitualmente mantiene una línea diplomática de no intromisión en las decisiones de los países miembros, definió como «abrumadoras y profundamente preocupantes» las pruebas que atribuyen a Corea del Norte el hundimiento del Cheonan.
En el momento actual, todos las miradas se han fijado en China, país con derecho de veto en el Consejo de Seguridad. El Gobierno de Pekín, única gran potencia adalid del régimen norcoreano, prefiere por el momento no tomar partido, aunque le aterra la perpectiva de que su vecino se empobrezca aún más y provoque una masiva fuga de refugiados norcoreanos hacia China. Un informe surcoreano confirmó que, solo el pasado año, las sanciones provocaron una caída del 10% en el comercio exterior norcoreano, una cifra que, a buen seguro, aumentará en el presente ejercicio. Ello obligaría a China a intervenir aún más para impulsar la economía de Pyongyang.
Los mercados financieros no parecieron inmutarse. «La tensión entre sur y norte no es positiva, pero dadas las tendencias históricas las pérdidas serán breves», auguró Kwak Joong-bo, analista de mercados.
«Solemnemente, insto a las autoridades de Corea del Norte a pedir disculpas a la República de Corea y a la comunidad internacional», declaró el presidente surcoreano en una intervención televisada. Lee Myung-bak confirmó que su país elevaría el contencioso al Consejo de Seguridad de la ONU, al tiempo que anunció una batería de medidas de represalia económicas que dañarán aún más la maltrecha economía norcoreana. Entre las sanciones, se encuentra el veto a toda forma de comercio, a las inversiones económicas y a la navegación comercial norcoreana, cuyos buques atraviesan las aguas territoriales de Corea del Sur, evitando un costoso rodeo.
«El objetivo de Corea del Norte es instigar la división y el conflicto; es hora de que el régimen norcoreano cambie», proclamó Lee Myung-bak. El Gobierno de Kim Jong-Il replicó, como siempre, con bravuconería, amenazando con medidas drásticas si Seúl eleva la tensión.
EEUU se apresuró a mostrar un respaldo sin fisuras a la respuesta de surcoreana al incidente delCheonan. Los mandos militares estadounidenses ya han recibido instrucciones del presidente, Barack Obama, para coordinarse con el Ejército surcoreano tanto para prepararse ante la potencial escalada del enfrentamiento como para «desalentar una agresión». Los estadounidenses, de momento, realizarán en un «futuro cercano» dos ejercicios militares conjuntos con los surcoreanos, según anunció ayer el Pentágono.
MIRADA HACIA CHINA / En Pekín, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, definió ayer como «prudentes y completamente apropiadas» las medidas anunciadas por Lee. Clinton, que se encuentra en China participando en la reunión bilateral estratégica y económica, aseguró que su país está trabajando «para evitar una escalada de provocación».
Incluso el secretario general de la ONU, el surcoreano Ban Ki-moon, que habitualmente mantiene una línea diplomática de no intromisión en las decisiones de los países miembros, definió como «abrumadoras y profundamente preocupantes» las pruebas que atribuyen a Corea del Norte el hundimiento del Cheonan.
En el momento actual, todos las miradas se han fijado en China, país con derecho de veto en el Consejo de Seguridad. El Gobierno de Pekín, única gran potencia adalid del régimen norcoreano, prefiere por el momento no tomar partido, aunque le aterra la perpectiva de que su vecino se empobrezca aún más y provoque una masiva fuga de refugiados norcoreanos hacia China. Un informe surcoreano confirmó que, solo el pasado año, las sanciones provocaron una caída del 10% en el comercio exterior norcoreano, una cifra que, a buen seguro, aumentará en el presente ejercicio. Ello obligaría a China a intervenir aún más para impulsar la economía de Pyongyang.
Los mercados financieros no parecieron inmutarse. «La tensión entre sur y norte no es positiva, pero dadas las tendencias históricas las pérdidas serán breves», auguró Kwak Joong-bo, analista de mercados.
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