"Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él" (Juan 8:44).
Al referirse a Satanás, Cristo dijo: "No ha permanecido en la verdad". Hubo un momento cuando Satanás mantuvo una relación con Dios, Jesucristo y los santos ángeles. Se lo enalteció en los cielos e irradiaba la luz y la gloria que provenían del Padre y el Hijo, pero llegó a ser desleal y perdió su santidad y su posición como querubín protector. Llegó a oponerse a Dios, apostató y se lo excluyó del cielo. Estableció su imperio y plantó el estandarte de su rebelión contra la ley de Jehová. Invitó a las fuerzas del mal a agruparse en torno a su bandera con el fin de establecer una desesperada confederación maligna para luchar contra el Dios del cielo. Luchó con perseverancia y determinación para perpetuar su rebelión y hacer que los miembros de la familia humana se apartasen de la verdad de la Biblia y se pusieran bajo su estandarte.
Tan pronto como el Señor, por medio de Jesucristo, creó nuestro mundo y colocó a Adán y Eva en el Jardín del Edén, Satanás proclamó su propósito de transformar a su semejanza a los padres de la humanidad y enrolarlos en las filas de su rebelión. El enemigo estaba decidido a borrar la imagen de Dios de toda descendencia humana a implantar la suya propia en lugar de la divina. Y con el fin de lograr sus propósitos adoptó métodos de engaño. Se lo llamó el padre de mentira, acusador de Dios y de quienes son leales a él y asesino desde el principio. Utilizó todo medio disponible con el fin de lograr que Adán y Eva cooperaran con él en la apostasía y logró introducir la rebelión en nuestro mundo.
Toda la vasta y compleja maquinaria de las agencias del mal se ha puesto en acción en estos últimos días. Generación tras generación, época tras época, Satanás ha reunido a los instrumentos humanos por medio de quienes ejecuta sus propósitos diabólicos con el fin de imponer sus planes y estratagemas en la tierra. La putrefacta fuente de maldad ha fluido continuamente a través de la sociedad humana. Al ser incapaz de destronar al Altísimo, Satanás ha atribuido a Dios sus propias características y ha reclamado para sí los atributos divinos. Es un engañador y por medio de su agudeza sinuosa, de sus prácticas tramposas, ha orientado hacia él todo el honor y la honra que los seres humanos deben brindarle a Dios y ha interpuesto su trono satánico entre los adoradores humanos y el divino Padre
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