Los marineros tuvieron miedo y cada uno clamaba a su dios. Luego echaron al mar los enseres que había en la nave, para descargarla de ellos. Mientras tanto, Jonás había bajado al interior de la nave y se había echado a dormir. Jonás 1:5.
El barco estaba al borde de la tragedia. El mar enfurecido golpeaba contra la pobre embarcación con la fuerza de sus olas gigantescas. Había confusión, desesperación y angustia. Los marineros, en su afán por salvarse, clamaban cada uno a su dios y comenzaron a tirar al mar la carga, con el fin de aliviar el peso del barco.
En medio de toda esa correría, sin que nadie entendiera la razón de tamaño acontecimiento, había un hombre llamado Jonás que sabía el porqué de todo. Sólo que él estaba echado y dormía un sueño profundo allá abajo, en la bodega de la embarcación.
Vivimos en los tiempos más turbulentos de la historia humana. Los hombres están muy confundidos y corren de un lado para el otro sin saber qué hacer. Todos son conscientes de que el barco se va a pique, pero parece que nadie sabe cuál es la salida. Unos procuran el poder, otros piensan que la solución está en el dinero, otros se imaginan que un cambio de la estructura social podría salvar a la humanidad y se sumergen en la política. Unos buscan a Dios dentro de sí, otros lo buscan en la naturaleza. Y también están los que corren detrás del conocimiento humane, la cultura, la filosofía; otros se esconden detrás de la incredulidad, los vicios o la satisfacción de los sentidos.
Sin embargo, en este mundo hay personas que saben el porqué de todo Y cuál es la única salida. Sólo que parecen dormir tranquilamente allá abajo, en la bodega.
Los pastores José Clodoaldo Barbosa y José Carlos Bezerra viajaban hacia Maués a bordo de una lancha, cuando el cielo comenzó a cubrirse de nubes negras que anunciaban una tormenta. De repente, todo quedó oscuro. Olas gigantescas entraban en la embarcación inundándolo todo. José Carlos, piloto de la lancha, permaneció firme en el timón y, aunque había momentos en que parecía todo perdido, tenía su confianza depositada "en Aquel que no puede fallar". Fueron minutos que parecieron horas, pero finalmente salieron de la tempestad. Las aguas se calmaron y, cuando el peligro pasó, aconteció lo imprevisto: el motor de la lancha dejó de funcionar. ¿Qué hubiera sucedido si el motor fallaba en medio de la tormenta?
Estamos viviendo en la noche más oscura de nuestra historia. Allá afuera hay personas sinceras que corren desesperadas de un lado para el otro. En el Perú miles andan de rodillas detrás de la imagen del "Señor de los Milagros", manchando las calles de sangre. En el Oriente hay personas que se acuestan sobre brasas vivas buscando la salvación. Cada uno "tira la carga", esperando aliviar el peso de la embarcación, mientras que tú tienes la Palabra de Dios como una antorcha que alumbra en medio de la oscuridad. ¿Vas a decirle hoy a alguien que no necesita desesperar porque hay esperanza en Jesús?
Comentarios
Publicar un comentario
IMPORTANTE: Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellas pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Aquel usuario que incluya en sus mensajes algun comentario violatorio del reglamento será eliminado e inhabilitado para volver a comentar.
DIOS TE BENDIGA