A Dios se le multiplican los enemigos en los estantes de las librerías. Un grupo de pensadores anglosajones se ha propuesto demoler los principios que sustentan la fe. Es, quizás, la generación más fructífera y cohesionada de divulgadores del pensamiento ateo. Emplean un lenguaje sencillo para atacar a las religiones con fundamentos científicos, filósoficos, éticos y sociales. No critican la hipocresía de los sacerdotes o el abandono de los valores fundacionales de las religiones. Sencillamente, niegan a Dios.
¿Agnosticismo? No, gracias. Ateismo, sin más miramientos. Su credo dice que Dios es una invención humana y además es una invención dañina. Son iconoclastas de profesión y han convertido su descreimiento en un fenómeno editorial. Nutren de argumentos a los que alguna vez intuyeron que podría existir una ética que prescinda de Dios. Es más: “Violenta, irracional, intolerante, aliada del racismo, el tribalismo y el fanatismo, investida de ignorancia y hostil hacia la libre indagación, despectiva con las mujeres y coactiva con los niños. La religión organizada debería llevar sobre su conciencia muchas cosas”. La cita es de Christopher Hitchens y el libro del que está extraída, Dios no es bueno (God is not great), acaba de ser publicado en España. Hitchens es uno de los exponentes del “nuevo ateísmo”, como ha sido bautizado por la prensa estadounidense, junto al científico Richard Dawkins, Sam Harris o Danniel Dennet.
Los representantes de grupos religiosos los consideran algo así como los cuatro jinetes del apocalipsis. Pero, paradojas de la vida, he aquí uno de los atractivos editoriales de este grupo de pensadores. Sus editores se dirigen también a los creyentes y comercian con la idea de que la lectura de este corpus teórico ateo puede suponer una estimulante prueba de la fortaleza de la fe del lector. Es un buen regalo para Dios mantener la fidelidad después de 300 páginas de argumentario darwinista y además -Know your enemy- si quieres combatir al ateo has de conocer sus razones.
Parece que el reclamo ha funcionado: según un artículo publicado en The Wall Street Journal, en 2007 se llegaron a vender 1 millón de libros de lo que ya se conoce como “nuevo ateismo”. Y los “cuatro jinetes” venden incluso DVD´s con sus conversaciones de salón.
Christopher Hitchens es un eficiente divulgador, comentarista cultural en Vanity Fair o The New York Times, experto en literatura inglesa, conocedor del hecho religioso en sus diversas manifestaciones y recopilador de experiencias en Libano, Irlanda del Norte, India y demás países castigados por el enfrentamiento entre fieles de distintos credos. En una mesa redonda el periodista religioso estadounidense Dennis Prager pidió a Hitchens que se imaginara a un grupo de hombres acercándose en una calle solitaria de una ciudad extraña al caer la noche. ¿Se sentiría más seguro si supiera que esos hombres vienen de cumplir un rito religioso o no?. La respuesta de Hitchens fue inesperada para Prager: “He tenido esa experiencia en Beirut, Belfast, Belgrado, Bombay, Belén y Bagdad”, y en ninguno de esos casos, asegura, se sintió reconfortado al ver acercarse a un grupo de religiosos.
El autor británico resume en pocas palabras el ideario de este grupo de divulgadores: “Nuestros principios no son una fe. No confiamos exclusivamente en la ciencia y en la razón, ya que estos son elementos necesarios en lugar de suficientes, pero desconfiamos de todo aquello que contradiga a la ciencia o atente contra la razón”.
A pesar de las divergencias, que las hay, la principal referencia de Hitchens es Richard Dawkins, el de perfil más científico de los citados. Jorge Volpi en un artículo publicado en la revista Claves de Razón Práctica consideraba que Dawkins es quizás quien le ha conferido mayor legitimidad al pensamiento ateo.
El Gen Egoista es la obra más citada e influyente de este etólogo británico que pertenece, con el filósofo Danniel Dennet, al movimiento Bright para la difusión de una visión naturalista del mundo. La obra que resume el argumentario ateo de Dawkins ha sido también traducida al español, con el título El Espejismo de Dios (The God Delusion). Aunque esa no era su intención, el teólogo irlandés Alister Mcgrath en realidad le hizo una buena campaña de imagen cuando le apodó “El Rottweiler de Darwin”.
A pesar de que Dawkins sabe que es metafísicamente imposible demostrar la inexistencia de algo, él se atreve a titular un artículo: ¿Por qué es prácticamente seguro que Dios no existe?. La conclusión es tan atrevida como el título: “Por supuesto, no podemos demostrar la inexistencia de Dios, como tampoco podemos demostrar la inexistencia de Thor, las hadas, los duendes y el Monstruo Espagueti Volador. Pero, al igual que ocurre con esas otras fantasías que no podemos desmentir, podemos decir que Dios es muy, muy improbable”.
Sam Harris es otro exponente del grupo. Este intelectual norteamericano centra sus desvelos en la creciente injerencia de la religión en la política estadounidense. Su Letter to a Christian Nation lamenta el abandono de los valores laicos con los que se fundó la democracia de su país: “Imagínense las consecuencias si una parte significativa del gobierno de Estados Unidos realmente pensara que el mundo está a punto de acabarse y que el fin va a ser glorioso. El hecho de que casi la mitad de la población estadounidense aparentemente se lo cree, basándose simplemente en el dogma religioso, debería considerarse una emergencia moral e intelectual”. Con esta vehemencia expresa Harris sus inquietudes acerca de la evangelización de la vida política estadounidense mostrada de forma tan elocuente en el documental Jesus Camp, de Heidi Ewing y Rachel Grady.
El ejemplo de Albert Einstein era el más recurrente e incómodo argumento de autoridad con el que desde hace décadas se topaban aquellos que defienden una explicación del mundo ajena a Dios. Una mente privilegiada y destinada a la ciencia que sin embargo mostraba una especial condescendencia con la idea de la divinidad, es francamente un difícil oponente. Puede que las tornas hayan cambiado. En ayuda de los que quieren desterrar de la vida pública a la religión ha llegado la ya conocida carta del físico austriaco con referencias a lo infantil de la religión. Y de ello se aprovechará, sin duda, la más fructífera generación de divulgadores del pensamiento ateo, publica Soitu.
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