Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia; se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo. Sal. 31:9.
¿Amaneció un día más en tu vida? El sol brilla esplendoroso allá afuera, pero las nubes de la tristeza y de la aflicción, ¿parecen asfixiarte? En vez de salir por ahí contando cuan "injusta es la vida", ¿por qué no haces lo que David hacía cuando estaba triste? ¿Por qué no vas a Jesús, le abres tu corazón y lloras en su presencia? Dios siempre está dispuesto a escuchar el clamor sincero de sus hijos y con certeza, escuchará el tuyo también.
En el salmo de hoy, David expresa su concepto de la unidad del ser humano. Mente, corazón y cuerpo no pueden ser divididos. Cuando la vida espiritual anda mal, necesariamente afecta a la vida emocional y física. "Se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo", afirma el salmista. Alma y cuerpo. La dimensión espiritual está unida a la vida física del hombre. Inútilmente trata el ser humano de estar bien de un lado, menospreciando el otro.
Este salmo fue escrito por David en los terribles meses que siguieron a su pecado de adulterio y asesinato. Su conciencia lo atormentaba con crueldad y sufría las consecuencias terribles de su pecado. Algunos salmos sugieren la idea de que, en ese tiempo, David no fue atormentado solamente por la culpa, sino también por la lepra.
Hay enfermedades físicas que son el fruto de una conciencia culpable. Un día llevaron un paralítico a Jesús. El Maestro le dijo: "Hijo, tus pecados te son perdonados".* La multitud no entendía. Creían que el paralítico necesitaba ser curado y no perdonado. No lograron ver la relación entre la vida espiritual y la vida física.
Jesús entonces enfatizó esa relación, al decir: "Para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados [...]: Levántate, toma tu lecho y vete a tu casa".* Santiago añade: "Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados".**
Confía siempre en la misericordia perdonadora de Dios y hoy, antes de partir para tus actividades, ora en tu corazón: "Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia; se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo".
* Mar. 2:5, 10,11.
** Sant. 5:15.
¿Amaneció un día más en tu vida? El sol brilla esplendoroso allá afuera, pero las nubes de la tristeza y de la aflicción, ¿parecen asfixiarte? En vez de salir por ahí contando cuan "injusta es la vida", ¿por qué no haces lo que David hacía cuando estaba triste? ¿Por qué no vas a Jesús, le abres tu corazón y lloras en su presencia? Dios siempre está dispuesto a escuchar el clamor sincero de sus hijos y con certeza, escuchará el tuyo también.
En el salmo de hoy, David expresa su concepto de la unidad del ser humano. Mente, corazón y cuerpo no pueden ser divididos. Cuando la vida espiritual anda mal, necesariamente afecta a la vida emocional y física. "Se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo", afirma el salmista. Alma y cuerpo. La dimensión espiritual está unida a la vida física del hombre. Inútilmente trata el ser humano de estar bien de un lado, menospreciando el otro.
Este salmo fue escrito por David en los terribles meses que siguieron a su pecado de adulterio y asesinato. Su conciencia lo atormentaba con crueldad y sufría las consecuencias terribles de su pecado. Algunos salmos sugieren la idea de que, en ese tiempo, David no fue atormentado solamente por la culpa, sino también por la lepra.
Hay enfermedades físicas que son el fruto de una conciencia culpable. Un día llevaron un paralítico a Jesús. El Maestro le dijo: "Hijo, tus pecados te son perdonados".* La multitud no entendía. Creían que el paralítico necesitaba ser curado y no perdonado. No lograron ver la relación entre la vida espiritual y la vida física.
Jesús entonces enfatizó esa relación, al decir: "Para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados [...]: Levántate, toma tu lecho y vete a tu casa".* Santiago añade: "Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados".**
Confía siempre en la misericordia perdonadora de Dios y hoy, antes de partir para tus actividades, ora en tu corazón: "Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia; se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo".
* Mar. 2:5, 10,11.
** Sant. 5:15.
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