Respondiendo Jesús, dijo : “Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios" Y se maravillaban de él. Marcos 12:17.
En su interpelación de Jesús, las palabras halagadoras de sus enemigos dejan a las claras sus propias carencias: “Eres hombre de verdad”; nosotros, no. “No te cuidas de nadie”; todo lo nuestro tiene fines políticos. “No miras la apariencia de los hombres”; nosotros no podemos ver más allá de los hombres. “Con verdad enseñas el camino de Dios”; nosotros usamos trucos y juegos de palabras.
En su relación con el dinero eran igual de tramposos. Esa era la gran verdad que querían esconder. Eran ladrones que alardeaban de piedad para encubrir su pecado. El lenguaje puede ser duro, pero es la verdad bíblica. El que no puede ser honesto con los hombres que ha visto, ¿cómo puede ser honesto con Dios, a quien no ha visto? (1 Juan 4:20). El malhechor siempre pretende no entender su mal, y siempre encuentra excusas para encubrir y seguir en el pecado. “Robará el hombre a Dios?” Los contemporáneos de Malaquías respondían con fingida inocencia: “LEn qué te hemos robado?” (Mal. 3:8). No devolví el diezmo porque... Sabemos qué es lo correcto, pero queremos que alguien nos ayude a calmar la conciencia con una respuesta que bien sabemos no existe.
Poner a Jesús sobre un pedestal social para luego darle la estocada espiritual no les funcionó a los dirigentes de Israel. Los argumentos sociales para robar en lo espiritual no tienen validez a la vista de Dios. “Dad a Dios lo que es de Dios” es la misma respuesta que Cristo nos da hoy. “Traed todo el diezmo al alfolí, y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Mal 3:10). No debiera haber excusas para no recibir las bendiciones prometidas en la fidelidad de uno. Dios cumple derramando sus bendiciones sobre nosotros, y espera que nosotros no busquemos cómo estorbarle.
“No hay seguridad para el que tenga solo una religión legal, solo una forma de la piedad. La vida del cristiano no es una modificación o mejora de la antigua, sino una transformación de la naturaleza. Se produce una muerte al yo y al pecado, y una vida enteramente nueva. Este cambio puede ser efectuado únicamente por la obra eficaz del Espíritu Santo”
Génesis 27:1-28:22; Marcos 12:1-44
En su interpelación de Jesús, las palabras halagadoras de sus enemigos dejan a las claras sus propias carencias: “Eres hombre de verdad”; nosotros, no. “No te cuidas de nadie”; todo lo nuestro tiene fines políticos. “No miras la apariencia de los hombres”; nosotros no podemos ver más allá de los hombres. “Con verdad enseñas el camino de Dios”; nosotros usamos trucos y juegos de palabras.
En su relación con el dinero eran igual de tramposos. Esa era la gran verdad que querían esconder. Eran ladrones que alardeaban de piedad para encubrir su pecado. El lenguaje puede ser duro, pero es la verdad bíblica. El que no puede ser honesto con los hombres que ha visto, ¿cómo puede ser honesto con Dios, a quien no ha visto? (1 Juan 4:20). El malhechor siempre pretende no entender su mal, y siempre encuentra excusas para encubrir y seguir en el pecado. “Robará el hombre a Dios?” Los contemporáneos de Malaquías respondían con fingida inocencia: “LEn qué te hemos robado?” (Mal. 3:8). No devolví el diezmo porque... Sabemos qué es lo correcto, pero queremos que alguien nos ayude a calmar la conciencia con una respuesta que bien sabemos no existe.
Poner a Jesús sobre un pedestal social para luego darle la estocada espiritual no les funcionó a los dirigentes de Israel. Los argumentos sociales para robar en lo espiritual no tienen validez a la vista de Dios. “Dad a Dios lo que es de Dios” es la misma respuesta que Cristo nos da hoy. “Traed todo el diezmo al alfolí, y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Mal 3:10). No debiera haber excusas para no recibir las bendiciones prometidas en la fidelidad de uno. Dios cumple derramando sus bendiciones sobre nosotros, y espera que nosotros no busquemos cómo estorbarle.
“No hay seguridad para el que tenga solo una religión legal, solo una forma de la piedad. La vida del cristiano no es una modificación o mejora de la antigua, sino una transformación de la naturaleza. Se produce una muerte al yo y al pecado, y una vida enteramente nueva. Este cambio puede ser efectuado únicamente por la obra eficaz del Espíritu Santo”
Génesis 27:1-28:22; Marcos 12:1-44
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