Continuando con el artículo anterior, en esta ocasión me voy a centrar en tres cosas que nos encaminan hacia la salvación, y comentaré otras que van implícitas en la misma.
1. Arrepentimiento.
Sin arrepentimiento no existe salvación, porque el arrepentimiento es: reconocer que eres pecador y que necesitas un Salvador para sacarte del pecado y cambiarte en un lugar de santificación después de lavarte de todo tu pasado con la santa sangre del Señor.
Un arrepentimiento sincero va seguido de un lamentable remordimiento por lo que has hecho y deseando ser santo sirviendo a Dios en todo lo que Él quiere. En el arrepentimiento debemos confiar que Jesucristo tiene el poder de cumplir esta obra en nosotros.
El arrepentimiento tiene dos partes. La primera es el arrepentimiento por el pasado y la segunda parte es el arrepentimiento continuo de cada día como un proceso.
Tal y como dice en el libro de Hechos 2:37-40: “Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? 38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. 39 Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. 40 Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación”.
2. La fe.
El arrepentimiento y la fe van juntos. Mientras que el arrepentimiento es por algo que hemos hecho, la fe algo que depositamos en alguien que hace algo por nosotros o en nosotros. La fe va mas allá de la razón, hay ocasiones en las cuales pasamos por malos momentos y nuestra mente no puede explicar porque nos pasan esas cosas, sin embargo confiamos en Dios.
En Efesios 2:8-10 encontramos un ejemplo de esa fe: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe. 10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”.
3. Conocer a Dios.
Tal y como dice claramente Filipenses 3:10-11 :”a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, 11 si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos. Nosotros tenemos muchas promesas de parte de Dios, y si no conocemos a Dios no podemos confiar que El nos perdona y que nos da lo que nos promete”.
La salvación no es algo que requiere todo o, como dicen otros, nos quita todo. No. La salvación es un estado en el cual Dios nos lleva después de que nosotros hayamos hecho nuestra parte (la parte de Dios está hecha). La salvación nos otorga:
1. Una nueva naturaleza.
2. Nueva dirección. El hombre iba a la perdición y El nos cambio de dirección para ir al cielo. Como dice Mateo 18:11 “el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido”.
3. Cambiar de modo de vivir. Vivimos en el mundo pero no como el mundo, ni como hemos vivido antes. Vivimos en el mismo sitio pero no del mismo modo, cambiamos las prioridades, cambiamos los valores, cambiamos de dueño y la meta de nuestra vida es otra. En Hechos 2:40 nos dice que “con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación”.
4. Ser salvados de muchos peligros. Dios está implicado en mi vida y nos salva de muchas cosas. Podemos recordar el ejemplo de cuando Jesús y los discípulos estaban en la barca que estaba siendo azotada por la tempestad. Dice Mateo 8:25 que “vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos!”. Y Jesús obró.
5. Ser salvados de la ira venidera. Jesús nos protegerá cuando la ira de Dios se manifieste, como podemos ver en Romanos 5:9 “estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira”.
6. Ofrece una salvación completa. Esta se producirá cuando nuestro Señor venga para llevarnos al cielo. Por eso, como dice Romanos 13:11 “conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos”.
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