"Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono" (Apoc. 3: 21).
Las tentaciones de Satanás alcanzaron su máxima efectividad al degradar la naturaleza humana, porque el hombre no podía hacer frente a su poderosa influencia. Pero Cristo, en lugar del hombre, como representante del hombre, descansando plenamente en el poder de Dios, soportó el difícil conflicto a fin de ser un perfecto ejemplo para nosotros...
Hay esperanza para el hombre... La obra que está delante de nosotros es vencer como Cristo venció...
Cristo sufrió por nosotros más allá de lo que podemos comprender, y deberíamos dar la bienvenida al padecimiento y la prueba que debamos soportar por amor de Cristo, para que podamos ser vencedores como Cristo venció y ser exaltados al trono de nuestro Redentor. Debiéramos considerar la vida y los padecimientos de nuestro precioso Salvador en nuestro beneficio y recordar que si no estamos dispuestos a soportar la prueba y el conflicto, si no estamos dispuestos a ser partícipes con Cristo de sus padecimientos, se nos encontrará indignos de sentarnos con él en su trono.
Lo tenemos todo para ganar en el conflicto con el poderoso enemigo, y no nos atrevamos por un momento a rendirnos a su tentación. Sabemos que en nuestra propia fuerza no es posible que tengamos éxito; pero así como Cristo se humilló y tomó nuestra naturaleza, conoce nuestras necesidades y ha soportado las más difíciles tentaciones que el hombre deba soportar, ha vencido al enemigo al resistir sus sugestiones, a fin de que el hombre pueda aprender a ser vencedor.
Cristo es nuestro modelo, el ejemplo perfecto y santo que se nos ha dado para imitarlo. Nunca podremos igualar al modelo, pero podemos imitarlo asemejándonos a él conforme sea nuestra habilidad... Cuando le entregamos a Dios todo lo que somos y lo que poseemos, y pasamos por situaciones peligrosas que nos ponen a prueba, y entramos en contacto con Satanás deberíamos recordar que ganaremos la victoria contra el enemigo en el nombre y con el poder del Vencedor. Cada ángel recibiría la orden de acudir a nuestro rescate si dependemos de Cristo, en lugar de permitir que seamos vencidos. Pero no podemos esperar obtener la victoria sin sufrimiento, porque Jesús sufrió para vencer por nosotros...
La vida cristiana es una vida de lucha, de conflicto constante. Es una batalla y una marcha. Pero cada acto de obediencia a Cristo, cada acto de abnegación por amor a él, cada prueba bien soportada, cada victoria obtenida sobre la tentación, es un paso más en la marcha hacia la gloria y la victoria final
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